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Los pasillos de la clínica jamás habían estado tan vacíos. Considerando que se trataba de una ciudad pequeña, más de diez personas haciendo fila para ser atendidos era una locura. Pero el día de hoy todo se sentía más deprimente que de costumbre, el ambiente se encontraba tenso.

Minho no había cambiado aquel rostro de preocupado desde que habían partido de la casa de Jisung. Se le cruzó por la cabeza la idea de acurrucar a su mejor amigo contra su cuerpo en un cálido abrazo mientras esperaban a ser llamados, sin embargo, sabía que Jisung se sentiría más sofocado de lo normal. Así que sólo se limitó a enderezar la espalda en su asiento e, indirectamente, hacerle saber al joven a su lado que podía apoyar la cabeza en su hombro.

—¿Minho? —llamó el menor en un susurro, no era su intención que el resto de pacientes escuchara su conversación —¿Estuviste con Christopher anoche?

La pregunta lo tomó desprevenido. Se tensó de tal manera que Jisung se vio obligado a salir del escondite en su hombro, porque la dureza de este lo había comenzado a incomodar.

—¿Por qué preguntás? —respondió con otra pregunta. Firme, su voz nunca tembló ni tartamudeó. Se le daba bien mentir.

—Me parece raro que te hayas quedado en tu casa un sábado a la noche... —exclamó mirando sus zapatos —Solo eso.

Minho le sonrió. Su mejor amigo tenía razón, era raro, muchas veces él prefería salir con otros amigos o, en todo caso, trasnocharse viendo películas con Jisung. Pero no era una necesidad constante que tuviese, no pasaba nada si decidía no salir una noche, ¿no?

—Pude haber salido, pero no tenía ganas —le dijo sin intenciones de ofenderlo ni de mala manera, sino como si se lo estuviese explicando a un niño pequeño.

Jisung asintió convencido, una vez más. Minho esperó que fuese la definitiva.

Cuando el muchacho más joven se encaminaba a volver a su posición anterior en el hombro de su mejor amigo, la puerta transparente se abrió, chirriando terriblemente debido a su mal estado y dejando ver a dos personas cruzando el umbral, una siendo sostenida por otra que a su vez hablaba por teléfono.

—Sí, se torció el tobillo. No, no es nada grave... bah, espero que no. ¿Vos por dónde andás? —se escuchaba la voz del castaño haciendo eco en la sala. Algunas personas le clavaban la mirada, pidiéndole que bajara la voz, el otro muchacho le sacó la lengua a un bebé que se lo había quedado viendo y avanzó hacia los asientos de los pacientes.

—Sentate ahí —le ordenó a su acompañante mientras descruzaba sus brazos por detrás de su nuca. Jisung levantó la vista y, por primera vez, miró a los ojos al muchacho que parecía haberse herido.

Hwang Hyunjin parecía igual de sorprendido que él. Bajó la cabeza cuando Seungmin se sentó a su lado y le ofreció una botella de agua. Tomó uno, dos, tres sorbos en silencio. Jisung simplemente observaba cómo su manzana de Adán subía y bajaba sin hacer comentario alguno. No sabría qué decir.

—¿Vos también te caíste? —habló, sin embargo, el más alto. No soportaba el incómodo momento y siempre había sido el primero en romper el hielo.

Jisung no entendió de lo que hablaba hasta que bajó la mirada hacia su pierna derecha, llevaba la parte del tobillo vendada débilmente con el extremo de una camisa. Era probable que Seungmin hubiera improvisado un poco de camino a la clínica. Negó con la cabeza y respondió:

—Me levanté descompuesto.

El pelinegro asintió. Comenzó a mover su pierna sana de un lado al otro, casi como haciendo un baile, Jisung se detuvo a observarla e imaginar un ritmo que coincidiese con la velocidad que Hyunjin otorgaba. Pasaron diez minutos en los que, por alguna razón, más gente comenzaba a llegar a la clínica, por lo tanto Jisung y Minho tuvieron que correrse un par de asientos para dejar libres los de la punta. El menor de ambos y el mayor entre Hyunjin y Seungmin quedaron pegados.

moles 》hyunsung.Where stories live. Discover now