Capítulo 37 - El amor.

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Al final habrá una parte más, el epílogo. Espero que os guste esta parte, :D

...


La cena estuvo deliciosa, el brindis de los novios, risas y anécdotas en la mesa de nosotras, las amigas de toda la vida, junto a sus actuales parejas o acompañantes. Isa y Jorge. Mariló y Juan Fran, su profesor de yoga, al que se estaba tirando de forma esporádica. Saray se trajo a una amiga, porque decía que las bodas estaban para ligar, era todo un caso. Marisa e Isaac. Hugo y yo. Esa era nuestra mesa.

- ¿Tú qué haces, Hugo? – quiso saber Jorge, que parecía igual de deportista que él - ¿algún deporte en particular?

- Me encanta entrenarme en casa – aseguró – más que nada porque apenas tengo tiempo para ir al gimnasio.

- También come sano – añadí, haciendo que ambos mirasen hacia mí – mira mucho la alimentación.

- Eso es bueno – aseguró Jorge – Pero ... ¿curras de eso o qué?

- Qué va – contestó él – soy camarero y gogó en discotecas – el otro se sorprendió al respecto, pues Hugo era mucho más culto que los típicos chicos que solían dedicarse a eso – Aunque estoy pensando en retomar mis estudios.

- ¿Vas a retomarlos? – pregunté, sorprendida, pues era la primera noticia que tenía. Él sonrió, bajó su mano y me la tendió, justo para que la agarrase, y lo hice - ¿en la universidad? – asintió, haciendo que sonriese, como una tonta.

- Te quiero – susurró, para que sólo yo pudiese oírlo, ensanché la sonrisa, sintiendo esas mariposas revolotear en mi interior.

Giró la cabeza para seguir hablando con Jorge, sin soltar mi mano aún, mientras yo me giraba para mirar a Marisa, que tenía una cara hasta el suelo, porque Isaac no dejaba de lanzarle la caña a mi amiga Saray.

- Ey – la llamé, haciendo que me prestase atención - ¿estás bien?

- No – se quejó – no estoy bien – se levantó de la mesa, haciendo un gran estruendo, haciendo que todos se fijasen en ella y se marchó al baño. Me levanté con rapidez, soltando la mano de Hugo, y corrí tras ella.

- Marisa – la llamé, llamando a la puerta del baño de señoras – ábreme, soy yo – abrió, y cuando lo hizo me di cuenta de que había estado llorando, su rostro estaba lleno de lágrimas – Ey... - comencé, apoyando mis manos en su rostro, secando sus lágrimas con mis dedos - ¿qué pasa? Tú no eres así – Ella no dijo nada – Ven aquí, anda – la abracé, con fuerza, y ella se aferró a mi espalda, aterrada con sus sentimientos, sabía que era eso, aunque ella no hablase mucho – Pon distancia entre vosotros si sientes que te estás pillando – aconsejé, mientras ella apretaba su barbilla en mi hombro, pensando en mis palabras – parece que él no siente lo mismo, y no quiero que lo pases mal.

- La cosa es que cuando estamos solos es un encanto – me dijo, sin querer soltarme aún. Apoyé la mano en su espalda y le di leves golpecitos, intentando calmarla – Pero cuando estamos con más gente... es un capullo.

- Sabes que estaré aquí cuando lo necesites, ¿Verdad? – ella asintió, separándose de mí al fin, sonriéndome, agradecida, para luego besarme en la mejilla.

- Te quiero – se ponía tan ñoña cuando lloraba, siempre me abría su corazón cuando estaba pasándolo mal. Sonreí, y besé su mejilla.

- Vamos – tiré de ella hacia el lavabo, arreglé un poco su maquillaje, y luego sonreí – cuando salgas quiero que vuelvas a ser tú, no mereces que un idiota te haga sentir de menos – sonrió, pues sabía que para mí ella era una gran mujer, siempre se lo decía, y esa vez no sería menos – demuéstrale a ese imbécil que no le necesitas para ser feliz – volvió a abrazarme, y luego nos miramos, ambas rompimos a carcajadas.

Cuando volvimos a la mesa, ella cambió el chic, fue como si necesitase un rato con una buena amiga, como si necesitase recordar que ella era estupenda y no necesitase a ningún tío a su lado, volvió a ser ella misma después de nuestra charla. Y eso hizo que Isaac se olvidase de Saray, y se fijase solo en ella.

No entendía a aquellos dos. Negué con la cabeza, para luego ladearla y fijarme en Hugo, me estaba mirando.

- ¿Qué le has hecho? – preguntó, mirando hacia Marisa. Me encogí de hombros, sin darle mucha importancia – Eres como su hada madrina, ha vuelto a recuperar la autoestima en cuanto has ido a por ella, ¿no? – Asentí, él sonrió, acercándose entonces a mí, besándome en la mejilla – Vamos a bailar – me dijo, miré hacia él, sin comprender, fijándome luego en la pista, dándome cuenta de que en el momento en el que nos habíamos ausentado, mi amiga y yo, los novios ya estaban en la pista, bailando.

- Me lo he perdido – me quejé, él negó con la cabeza, poniéndose en pie, tirando de mi mano para que hiciese lo mismo.

- Todo está grabado, así que puedes pedirle a Susanita una copia del vídeo y verlo cuando quieras – sonreí, asentí, pues tenía razón. Le seguí a la pista, y le abracé, dejándome llevar por aquella bonita canción que sonaba en aquel momento. What is love, una canción de una banda sonora de una película, una de las favoritas de Susana – La canción es bonita – me dijo Hugo, sonreí, y levanté la cabeza para mirarle. Apoyé ambas manos en su hombro y me quedé allí, mirándole, mientras él me devolvía esta. Ambos sonreímos, enamorados el uno del otro.

- Te quiero – confesé, haciéndole sonreír un poco más, para luego cazar mis labios entre los suyos, haciéndome reír, como una idiota.

- Te quiero – dijo, entre besos, agarrándome de la cintura para que no pudiese escapar, bailando, entre besos, risas, y muerdos. Hasta que tan sólo nos dejamos llevar por la música, mirándonos, con calma. Mi amiga era una apasionada de la música cantada en inglés, quizás fuese porque se pasó algunos años viviendo en Boston, así que casi todas las canciones eran lentas, de esas ñoñas que hablan de la vida misma, y del amor.

- Hugo – le llamé, sonrió al escuchar su nombre en mis labios – creo que me estoy enamorando de ti – ensanchó la sonrisa, para luego apoyar sus dedos en mi mejilla, acariciándola.

- Yo también de ti – contestó, haciéndome sonreír incluso más – ven aquí – pidió, volviendo a besarme.

Le abracé, apoyando mi cabeza en su hombro, girando la cabeza, despreocupada, encontrando allí a Marisa, huyendo de Isaac, mientras este la alcanzaba en el último momento, y ambos comenzaban a discutir. Él estaba enfadado, y ella terminó enfadándose también.

¿De qué estarían hablando? – Me preguntaba a mí misma, desde aquel punto.

Ella le cruzó la cara, y se apartó de él, lucía molesta por algo que él acababa de decirle. Me preocupé, quizás ella necesitaba a su amiga, quizás debía ir con ella, estaba a punto de decirle a Hugo que iba a irme, cuando algo sucedió, él volvió a tirar de su mano, atrayéndola a él, para luego lanzarse a sus labios, ella intentó soltarse, pero al final se venció a los sentimientos.

Aquellos dos... eran tal para cual. Sabía que en el fondo Isaac sentía más de lo que quería reconocerse a sí mismo por ella, sólo estaba asustado porque era algo que escapaba a su entender, quizás nunca pensó en fijarse en ella de esa manera, quizás no pensó que terminaría sintiendo tanto, y eso lo asustaba. Pero una cosa estaba clara, Isaac no era Hugo, así que no tenía ni idea de cómo enfrentaría todo aquello. Y tan sólo... no quería que Marisa saliese lastimada por culpa de aquel idiota.

Y hasta aquí puedo contar, al menos por hoy.


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El Chico Limón | COMPLETAWhere stories live. Discover now