Capítulo 15 - Una charla productiva.

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Como lo prometido es deuda.... aquí os dejo el capítulo extra de esta semana. Espero que os guste :D

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Quería saltar de alegría en aquel justo instante, y yo era mucho de eso, de no reprimir mis emociones y ponerme a hacer el ganso en cualquier parte.

Habíamos reservado una casa con piscina cerca de donde vivían mis padres, pedazo de casa, sí señor. Al hacerlo a última hora nos costaba un poco más, pero no importaba.

Estaba como una enana preparando la maleta, feliz de la vida, ya había avisado a mamá, la cual no cabía en sí felicidad, dijo que los avisaría a todos para que fuésemos a comer a casa. Mis padres siempre fueron muy familiares, y yo en cierta forma también lo era, por eso al principio lo llevé tan mal, el irme a vivir tan lejos, pero con el tiempo aprendí a que uno tiene que vivir su propia vida, y seguir avanzando. Nuestros seres queridos siempre van a estar ahí cuando los necesites, siempre te darán apoyo, y te tratarán con el mismo cariño de siempre, así que tienes que seguir.

Marisa estaba en el salón, haciendo un itinerario de viaje, le encantaban esas cosas, pero yo seguía liada con la maleta, no quería llevar mucho, pero al mismo tiempo lo quería llevar todo. Era demasiado indecisa en según qué cosas.

Mi teléfono comenzó a sonar, lo cogí de la cómoda y miré hacia la pantalla. Era Hugo.

¡Oh por Dios! ¿Qué demonios iba a decirle?

- Hola, chica menta – me llamó, haciéndome sonreír, justo me acordé del día del helado - ¿qué haces? Estos locos quieren ir a la playa un rato, ¿te apuntas?

- Me encantaría, pero no puedo – contesté, dejándole algo decaído al otro lado – estoy haciendo la maleta – proseguí, antes de que me preguntase contesté – Verás, es que resulta que había olvidado completamente que mis vacaciones empiezan en lunes – rio al otro lado, él sabía que yo era así, olvidadiza – y a Marisa se le ha ocurrido escaparnos a Valencia a ver a mis padres.

- Con más razón tenemos que vernos – bromeó, haciéndome sonreír – me tengo que despedir de mi chica menta – insistió, reí, divertida, escuchándole de nuevo – no aceptaré un no por respuesta.

- Sólo un rato – contesté, él sonrió, al otro lado – veniros para acá, no quiero ir hasta el hotel.

- En media hora en la puerta de tu casa – me dijo – ponte algo sexy.

- Yo siempre estoy sexy – contesté, haciéndole reír, al otro lado.

- También es verdad.

Colgué el teléfono, y bajé escaleras abajo, corriendo, por poco no me tropiezo por el camino. Marisa me miró, destornillándose de la risa, cuando me aguante a la pared, a punto de caerme al suelo.

- Hugo me ha llamado – le dije, haciendo que perdiese las ganas de seguir riéndose – dice que vienen a la playa, y me ha preguntado si íbamos con ellos...

- No me lo digas, no me lo digas – pidió, con rapidez, haciéndome sonreír – le has dicho que sí – asentí, mientras ella negaba con la cabeza. En aquel momento la que me reía era yo – te tiene loquita, ¿eh? De lo que hablamos ayer, ya ni te acuerdas. Te dice tres tonterías y se te caen las bragas, Blanca.

- Voy a tener cuidado – prometí.

Nos pusimos el bikini, Marisa con cierta reticencia, pero tampoco quería quedarse en casa, no había quién la entendiera. Ellos llegaron en 20 minutos.

- Hola – dijo él, desde la puerta, con un bañador azul marino, una camiseta blanca que le quedaba algo holgada, sus gafas de sol y sus chanclas de Nike. Estaba guapísimo, no hace falta que os lo diga ¿no? Sonreí, como una idiota.

El Chico Limón | COMPLETAWhere stories live. Discover now