Capítulo 17 - Disfrutar como una niña.

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Siento la tardanza, ayer tuve barbacoa en casa, y entre una cosa y otra.... no tuve ni tiempo para conectarme ni tiempo para subiros el capítulo. Así pués... os lo subo hoy. Disculpad las molestias. Espero que os guste :D

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La casa que alquilamos no estaba lejos de la zona costera, justo donde vivían mis padres, así que cuando descargamos las maletas y los bártulos, lo primero que hice fue pasarme a saludarlos.

Fue un verdadero subidón de adrenalina volver a verlos a todos, mi madre había hecho de las suyas, y había avisado a todos de mi llegada, así que ... allí estaban, hasta Juanito, el hijo pequeño de mi prima Marta.

Me llevé largo rato dando abrazos, mientras Marisa se sentía incómoda, aunque ella ya sabía que yo era demasiado familiar. Me aferré a ellos, en especial a la abuela Emilia y a mi padre, que eran mi hogar.

Ya sabéis en una familia te llevas mejor con unos y peor con otros. Yo adoraba a mi padre, a mi abuela Emilia y a mi hermano, era adoración lo que sentía por ellos, pero eso no quiere decir que no quisiese a los demás, y que no los añorase con locura.

- Veniros el sábado a comer – pedía mamá – se lo he dicho también a tu hermano – aseguraba. Me percaté entonces de que él no estaba allí, seguramente estaba ocupado con las clases de submarinismo en el puerto.

- Claro – acepté, sin dudarlo si quiera – el sábado nos venimos.

- He pensado que mañana podemos ir a la playa – comenzó Marta – tu hermano está liado, tiene mucha clientela ahora en verano – proseguía – pero podemos ir nosotros.

- La juventud sólo ¿no? – se quejaba mi padre, medio en broma - ¡Qué bonito!

- Pues nos vamos todos – le animé, haciéndole sonreír, sintiendo su brazo alrededor de mi cintura, dándome ánimos – que os he echado mucho de menos, tenemos que aprovechar el tiempo perdido.

- ¡Ay mi Blanquita! – comenzó la abuela, apretándome la mano, sonriéndome después - ¡Cómo te hemos echado de menos!

- Si ya sabemos todos que Blanca es tu nieta favorita – se quejaba Marta, haciéndonos reír a todos.

- Eso es porque era la pequeña – añadía mi madre – siempre teníamos que estar más pendiente, los demás eráis todos mayores y ella quería seguiros y no podía.

- ¿Y qué me dices de Lucas? – insistió, mamá se encogió de hombros, sin saber que más decir, porque era cierto, mi hermano era menor que yo, pero mi abuela y yo siempre habíamos estado muy unidas, siempre.

Cuando pienso en ella siempre lo hago con cariño y añoranza. Lo recuerdo absolutamente todo como si fuese ayer. Con ella aprendí a cocinar, me enseñó a hacer de todo, el puchero más rico siempre le salía a ella, y aunque lo intenté con creces, nunca me salía como a ella. Con ella aprendí también a coser a máquina, a escribir a máquina de escribir, a plantar habas en el campo que solían tener antes, justo donde pasaba las vacaciones de navidad. Tengo tantos recuerdos de aquella época... que me es imposible contarlos todos, no acabaríamos nunca.

- ¿dónde has dejado a Juan Carlos? – preguntó Pedro, el marido de mi prima Marta. Ella lo miró con cara de pocos amigos.

- Ya te lo he dicho antes, ellos lo han dejado, ¿no? – preguntó hacia mí.

- Pero... ¿cómo lo habéis dejado? – se metía mamá – si ya llevabais mucho tiempo, yo ya pensaba que sería el definitivo.

- A mí no me gustaba pa ti – añadía mi abuela, haciendo que todos mirasen hacia ella alarmados, pero a mí no me importaba, ella siempre me decía la verdad en todo momento, aunque doliese – era demasiado serio, nunca hablaba en las reuniones familiares, y de bailar ni hablamos.

El Chico Limón | COMPLETAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum