Capítulo 30

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Desató la carta de la pata de la lechuza y la arrugó en su mano, despidiendo al animal con suavidad

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Desató la carta de la pata de la lechuza y la arrugó en su mano, despidiendo al animal con suavidad. No esperaba ninguna, la verdad, pero esta llegó a la ventana del baño en donde se estaba escondiendo, pista suficiente de que lo buscaban imparablemente.

Era de su padre.

Scorpius cerró brevemente los ojos al que este preguntaba si estaba todo en orden. Olvidó por completo el escribirle en el vaivén de aquellos días y, aparentemente, Draco decidió tomar partido y consultar a Harry si sabía algo sobre el tema. Y él le contó sobre Albus, razón por la cual su padre amenazaba con ir a la escuela si no aseguraba que Scorpius se encontraba en perfectas condiciones, sin nadie que lo amenazara.

¿Cómo podría explicarle que el problema era él?

Hacía días que Scorpius Malfoy no se acercaba al Gran Comedor, por dos razones que creaban más conflictos internos que su sexualidad en aquella época de descubrimiento; intentaba evitar al que posiblemente era el amor de su vida y, a su vez, cualquier otro que le recordara por qué no podía estar con él. 

Ya ni sabía quién era. Antes, a pesar de ser visto como irresponsable e inmaduro, se sentía bien la mayor parte del tiempo, haciendo lo que quería, con quién quería y diciendo tanto como así deseara; ahora, sin embargo, se sentía condicionado, por sí mismo y por otros. No podía soltarse por mucho que lo intentara, con la idea de que lo juzgarían y determinarían qué tan grande era su valor.

Quería recuperar un poco de sí mismo, aunque pareciera una misión imposible. Y el viejo Scorpius, por sobre todo, tenía una personalidad de hierro, fundada por sobre las críticas de aquellas personas que poco le importaban.

Era difícil, lo sabía. Albus no era parte de él, no literalmente, pero lo extrañaba con la misma intensidad a si lo fuera: solo entonces, cuando se detuvo momentáneamente en pensar de dónde provenía aquella desenfrenada adoración y cariño que le tenía al chico, notó que lo quería.

Lo quería.

Y era aún más difícil así, porque no se apartaba por problemas que le superan, como otras parejas, si no por decisión propia, debido al bien de su pareja. 

¿Cuál era la falla de su increíble (e inteligente, según él) plan?

Albus dormía en su misma habitación. Scorpius se hubiera muerto de risa si le dijeran que pasó gran parte del día evitandolo para volver y encontrarlo allí, teniendo que escapar de su propia cama. Era un idiota de marca mayor.

Se contentó con pasar la noche lanzando sortilegios Weasley al despacho del celador, siendo perseguido por todo el castillo y así molestando a algunos de los cuadros más importantes que albergaban en los pasillos.

Al día siguiente, cuando entró a la habitación de puntas de pie, encontrándose con que Albus no estaba allí, y procedió a cambiarse, oyó a sus otros compañeros teniendo una conversación:

Moהotoהía (SCORBUS)Where stories live. Discover now