Capítulo 11

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Albus no podía parar de reír

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Albus no podía parar de reír.

Mierda, pensó, sintiendo su corazón latir con más rapidez cuando Scorpius se volvió y sonrió en su dirección. 

Los tatuajes, de alguna manera, coincidían: y, no, Albus no había escogido el de Scorpius en base al suyo, principalmente por que el tatuador había agitado su varita sobre el antebrazo tan pronto terminó y cubrió su trabajo con gasa blanca, a pedido de malvado Scorpius; ambos salieron del local tan pronto pagaron (Scorpius insistió por poner su dinero) y revelaron los trabajos, nerviosos y ansiosos, con las cabezas tan juntas que, si las alzaban un poco, podrían besarse. Albus fingió que no se encontraba pensando en esa posibilidad, pero no tuvo que hacerlo por mucho tiempo, distraído por el jadeo que Scorpius soltó; en el antebrazo de Albus, escrito con preciosas y prolijas letras cursiva, se encontraba plasmada la frase "I just gotta sing it out of me", de una de sus canciones favoritas. Sonrió a lo grande, moviéndose un poco para ver la reacción de su amigo.

Scorpius creyó que aquellos tres limones, dispuestos en su muñeca de manera perfecta y balanceada, se convirtieron en su dibujo favorito, y no solo por que lo había escogido el chico del que estaba medio enamorado.

--Me caes muy bien--aseguró el rubio, pasando con suavidad sus dedos sobre su hinchada piel. Dolió, pero repitió el movimiento tres veces;--. Enserio, cómo, ¿Estamos conectados, o algo?

--U obsesionados con Cavetown--murmuró Albus, sonriendo de una manera que hizo detener la respuesta sarcástica de Scorpius--. Es muy bonito.

--También el tuyo--Scorpius contestó, suavizandose y volviendo a bajar la vista. 

Pensó en besar a Albus.

Ambos comenzaron a caminar, alejándose de la tienda. Ninguno dijo mucho al comienzo, asustados por la nueva energía que se movía entre ellos, pero pronto discutieron sobre cuánto les había dolido, cuál sería la reacción de sus padres (--¡Oh, dios!--Albus había exclamado--, ¡Mi madre! ¡Me va a asesinar!) y mencionando qué más les gustaría hacerse en un futuro. Cuando hizo una broma tonta sobre si un pene quedaría bien en su frente y Albus lo miró con aquellos ojos (y, por Merlín, la perversa mente de Scorpius no puede evitar relacionar a Albus con la palabra pene, en el menos inocente de los aspecto), Scorpius se preguntó si sería extraño el querer tatuarse los ojos de su amigo. Probablemente, además de obsesivo, por lo que procuró guardarlo en el fondo de su mente, un sitio generalmente intocable. 

--Es hora de la ropa--Scorpius tartamudeó, aún algo abrumado por todo lo sucedido en las últimas horas.

--¿Me vas a observar mientras me pruebo ropa?--Albus preguntó, sonrojándose.

 El cabello le caía sobre la frente con naturalidad y su nuevo piercing, brillando con orgullo sobre su labio inferior, le hacía ver como el chico más hermoso de toda la maldita Europa.

Scorpius pensó en besarlo, nuevamente. 

--También puedo ayudar a cambiarte--Scorpius propuso, inclinándose y guiñando un ojo. Amaba cómo Albus se sonrojaba avergonzado, como si hace segundos no hubiera tenido la valentía suficiente como para perforar su rostro y hacerse un tatuaje, todo al mismo tiempo--, si quieres.

Moהotoהía (SCORBUS)Where stories live. Discover now