Albus Potter está cansado. Cualquiera que mirara desde afuera, fácilmente puede decir que lo tiene todo: dinero, padres famosos, buenos hermanos, las mejores notas de la clase y la capitanía del equipo de Quidditch. Pero las cosas no eran tan sencil...
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Si había algo de lo que Albus realmente disfrutaba, pero de lo que nunca nadie preguntaba, era la música.
Realmente no sabía cómo explicar el sentimiento que le transmitían las melodías, cómo se identificaba con sus letras; no se imaginaba a sí mismo contándole a su padre que, cuando oía su canción favorita, el pecho se le tensaba y sentía ganas de llorar, aunque ni siquiera fuera triste. Le producía una melancolía externa, el querer volver hacía un recuerdo que ni siquiera es suyo. Cada una de sus palabras calaban en su corazón y le hacían sentir mejor.
This is erosion,
griding up rocks with your molars...
Y ni siquiera podía compararlo con una situación de su vida cotidiana, por que realmente no se encontró, jamás, enamorado de alguien. Nunca pudo pensar en otra persona como alguien con quien quisiera pasar su día, ni tampoco pensó en ella por las noches. No amó a alguien tanto que dolía, no amó a nadie, de aquella manera, en absoluto. Lo que, luego de escuchar a todos hablar sobre esa sensación, le hizo preguntarse si había algo mal en él. Nadie estuvo enamorado de su persona, tampoco, además de ciertas chicas quisquillosas que lo invitaron a tomar un té en Hogsmeade, pero solo por el apellido que portaba.
Quería saber qué era esa sensación, quería vivirla, pero, a su vez, sabía que sería mejor permanecer en su zona de confort; ¿Sería como los libros lo muestran, se podría encajar, realmente, con otra persona?
Albus no podía imaginarse en esa situación, no podía pensar en que a alguien realmente le agradara estar con él. Es aburrido, mayormente por que no hace mucho y pasa sus tardes estudiando, pero también por que no comprende a qué están relacionadas las bromas de los adolescentes y la sensación de no encajar permanece en su estomago con constancia. Sería difícil, lo sabía, sobre todo por que conocía a la mayor parte de sus compañeros y ninguno...
Alguien quitó súbitamente el auricular de su oreja y Albus, enfadándose un poco, abrió sus labios para quejarse cuando notó que era Lily. Podía llevarse mejor con su hermano, pero tenía una debilidad por ella. Probablemente por que era la menor en su casa, siempre tan inocente, divertida y dispuesta a escuchar cualquier situación.
Cuando la seleccionaron, Albus no tuvo que echar un vistazo para saber que quedaría en Hufflepuff.
--¿Todo bien?--preguntó, guardando sus audifinos y el mp3.
De vuelta en su casa, habría estado más que feliz de poder usar su teléfono, pero Hogwarts aún seguía negándose a la tecnología, por lo que Albus debía cargar con el pequeño aparatito cada vez que asistía a la escuela. No era molesto, pero tampoco se podía buscar nuevas canciones en Youtube, por lo que tampoco estaba encantado.
Lily le sonrió.
--Sí, sí, todo genial--contestó--, solo quería hacerte saber que podrás conocer a Johna.
