7.

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Era una fiesta de disfraces, sí, y al inicio pensó ser una pirata... Porque le gustaban las historias de alta mar.

Pero USA le ganó en un juego... Y la castigó con... Eso.

—¡América! Tengo frío —se quejó y aun no entraban a la dichosa fiesta.

—Sweetie, te ves muy bien, así que no te daré un suéter para que dañes tu hermoso disfraz.

Entonces Canadá se miró a sí misma y enrojeció.

—¡¿Por qué una conejita play boy?!

—¿Y por qué no?

Era culpa de su hermano, lo murmuró durante su entrada llena de miradas y su vergüenza al límite, y mientras veía a todos bailar felices con sus disfraces normales.

Suspiró.

Quería irse, pero USA no la dejaría.

—Ten...

Canadá sintió de pronto un abrigo posarse sobre sus hombros, se aferró a la prenda sin saber de quién era y sonrió aliviada.

Ya no se sentía tan avergonzada.

—Gracias, Rusia —le sonrió.

—De... De nada —evitó mirar mucho a la canadiense—. No deberías dejar que tu hermano te haga esto.

—En realidad —Canadá río bajito—. Yo le iba a hacer lo mismo... Pero él ganó el juego.

Canadá escuchó a aquel ruso reírse y ella lo acompañó. Porque era su única compañía en la esquina en la que se refugió... Y porque aquel eslavo le gustaba en silencio... Y al parecer... Eso era mutuo.

Indispensable [Canadá x Rusia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora