Capítulo 27 - Casi de año nuevo

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— Perdonen la tardanza, la reunión terminó más tarde de lo que planeamos —Anton colocó algunas cosas sobre la barra de la cocina y se quitó el abrigo—. Hola Gnomo, Pecosa, papá —los tres le sonreímos.

— ¿Todo bien? —preguntó papá dándole un abrazo.

— Lo logramos —señaló aclarándose la garganta —. Orozco Ruíz forma parte de las cuatro corporaciones con mayor emprendimiento en el área de la ciencia y la salud. Los diamantes y la ciencia se han unido en nombre de nuestra familia para ayudar a quienes más lo necesitan. Las becas y la construcción de hospitales es un hecho. El próximo año comienza el proyecto.

Estallamos en vítores y felicitaciones, a Anton se le tiñeron las mejillas. Los tres lo apapachamos hasta la saciedad. Sabíamos de primera mano lo difícil que había sido todo esto para él, y la dedicación que le había puesto para lograr alcanzar esos sueños.

— Muchas felicidades —habló Terin dejando un sonoro beso en su mejilla —. Eres lo máximo —mi hermano sonrió con timidez.

— Fue trabajo en equipo —la abrazó con entusiasmo —. Muchas gracias —olisqueó arrugando la frente —. Huele a quemado —puntualizó.

— ¡No! ¡Mis bollos!

Terin corrió hacía el horno, humo negro escapó, rápidamente abrimos las ventanas para evitar que la alarma comenzará a sonar. Mi hermano reparó en el pastel que había sobre la mesa, hizo una mueca de dolor y luego observo los bollos de Terin.

— Su esfuerzo es admirable —murmuró pegado a mí, afirmé con la cabeza.

— Perseverancia —señalé viendo como papá y ella se deshacían del pan carbonizado —. Es admirable.

— Le voy a pagar un curso de cocina —Terin se volvió hacía nosotros, cabizbaja y arrastrando los pies, Anton la tomó por los hombros y la acercó a su pecho —. Ya, no estés triste.

— Soy un desastre en la cocina —mi hermano sonrió.

— Vamos, no quiero verte así —llevó sus pulgares a las comisuras de la boca de Terin y las elevó —. Eso, sonríe, de tristeza nada —a Terin se le aguaron los ojos —. No, no, no llores. Vamos hermosa, no llores.

— No sirvo para cocinar —moqueó y el labio le comenzó a temblar.

— ¿Y qué?, yo no sirvo para fontanero, pregúntale a mi padre. Una vez intenté reparar el desagüe del baño y fue un desastre. Papá amenazó con que no volviera a meter mano en ningún tubo, o me demandaría —ella sonrió nostálgica.

— Pero me gusta cocinar, quiero aprender a hacerlo.

— Entonces yo te muestro como —le besó la frente haciéndola sonreír —. Comencemos con hacer que tu pastel se vea más bonito.

— ¿Podemos comenzar de cero?, no quiero que nadie se intoxique.

— Hagámoslo entonces.

Papá les dedicó una sonrisa tierna y regreso su atención a la estufa, yo me dediqué el resto del tiempo a terminar de rellenar los churros y a preparar las salsas para las tostadas que también formarían parte de la cena. Dado que nuestras familias eran numerosas y, que nos gustaba reunirnos a todos para despedir el año viejo, las grandes cantidades de comida no sobraban.

— Gregorio y Blas ya están aquí —anunció mamá entrando a la cocina, seguida de nuestras tías, Terin y yo hicimos una mueca.

— Por favor —masculló ella a mí lado —no me dejes sola.

Sam #PGP2021Where stories live. Discover now