XII: Awakening

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Por unos instantes sentí el terror más  real que había conocido en toda mi vida... Creí que no iba a reponerme de esto nunca. Sin embargo ello sesó subitantemente...

...Toda mi vida había temido a algo que nunca pude padecer.

Y cuando desperté, ya nada volvió a ser igual.

Sentí un dolor de cabeza, confusión. Tardé varios segundos en entender.

No sabía dónde estaba, mucho menos quien era. Pero pronto me di cuenta que había perdido lo único que había sido importante para mi...

Los ojos ámbar del Caballero Oscuro, claros como una gota de miel a contraluz, se abren lenta y progresivamente como los del mamífero que no ha visto la luz en días. Sus pupilas se demoran en enfocar, no ve más que borrosas sombras, y una que se aproxima a él. Lo oye acercarse, al igual que las palabras que salen de su boca, pero no lo escucha. Aún no puede procesar los estímulos que sus oídos reciben.

Y siente en lo más profundo de su cráneo un taladro que perfora de lado a lado su cerebro, una punzante estocada de dolor que le hace cerrar los ojos con fuerza una vez más.

—Bruce.

El alivio en el pecho de Alfred le permite respirar profundo por primera vez en mucho tiempo, un amargo dulzor de tenerle de vuelta.

...Y náuseas que me hicieron aborrecer el suelo en donde me encontraba...

Alfred revisa sus signos vitales. La primera reacción instintiva de Bruce es apartarlo, sin embargo apenas tiene fuerzas de mover el brazo. Debilitado cede, habitando aún la nube densa que empaña los recuerdos de su mente.

—Amo Bruce, me alegra tanto tenerlo de vuelta.

El sonido de su nombre es como una alerta que hace enfocar su atención en la voz del hombre que le llama.

—Alfred —pronuncia pero esto es más una pregunta que un llamado, la voz del hombre sale ronca y turbia, por las cuerdas vocales que no había usado en mucho tiempo.

—No se esfuerce demasiado—. De inmediato interviene el mayor. —Poco a poco irá cobrando fuerzas.

...Allí conocí a los que en verdad eran mis amigos, a quienes podía confiar mis espaldas...

—¿Qué es lo que está pasando? —cuestiona, y en lo primero que el mayor presta atención es en aquella interrogación a la que dirige en tiempo presente. —¿Dónde estoy? —continúa. —¿Qué... qué fue lo que ocurrió conmigo?—. Es imposible no notar el interminable número de tubos y aparatos conectados a su cuerpo, que le impiden la movilidad y soltura que cualquier durmiente tendría. —Yo... recuerdo ir tras Zsasz y... el cansancio... y...

Alfred le interrumpe nuevamente, lo conoce suficiente como para saber que debe hacerlo.

—Perdió mucha sangre —afirma, —y esto le hizo entrar en un estado de coma en el que estuvo por veintidós días. No quiera recordarlo todo en un solo instante, pasaron muchas cosas.

...Decían que era normal sentirme así, que el golpe había sido demasiado fuerte. ¿Realmente lo había sido o solo fue duro despertar a la realidad?

Pues algo muy dentro de mi, murió en esa caída...

Kate, quien hasta entonces duerme en el suelo sobre el par de improvisadas mantas que forman la chaqueta y saco de Jean Paul y Alfred respectivamente, despierta al escuchar la voz del mayordomo hablar con un interlocutor. Kate se levanta de golpe de tan solo pensar que pudiese ser cierto lo que especula, y un gran suspiro sale de sus labios cuando al alzar la mirada puede comprobar que Bruce ha despertado del coma.

Batman KnightfallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora