I: Paranoia

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El murciélago desvía la mirada al escuchar un susurro repentino a sus espaldas, pero él no se detiene ni un segundo.

Va tras su objetivo, y lo tiene tan cerca que puede respirar el olor que emana de su cuerpo.

En medio del hedor del alcantarillado, donde las aguas negras han comenzado a llegarles hasta las rodillas a ambos.

Pero eso no les importa.

Las pupilas de su presa se contraen y se fijan... un puñetazo directo al rostro no le deja ni siquiera reaccionar y cae de lleno al agua.

Apenas puede procesar lo que ha pasado, desorientado, conmocionado, solo piensa en lo único que puede hacer por él mismo: defenderse. Pero el encapuchado arremete contra él todas sus fuerzas. El traficante solo resiste, y siente los golpes que destrozan su mandíbula cada vez un poco más. Sus ojos ven una y otra vez los puños del Caballero Nocturno empaparse lentamente con su sangre hasta que finalmente todo se vuelve negro.

El enmascarado es apenas capaz de controlar su propia respiración. Exhausto, con el latido de su corazón al límite, está a punto de desfallecer, pero como si de una fuerza sobrenatural se tratase, sus pupilas se mueven estrepitosamente de lado a lado cuando una vez más escucha el susurrar su nombre:

"Bruce"

Pero no hay absolutamente nadie.

Batman se pone una vez más de pie, a la defensiva se prepara para cualquier ataque. Sus puños, rojos en sangre, tiemblan al igual que el resto de su cuerpo.

Escucha el susurro por tercera vez.

Y un escalofrío le recorre de arriba a abajo. Su respiración son más que los bufidos de una bestia.

-¡Sal y enfréntame de una vez, miserable!

...

Desde hace tiempo que Alfred Pennyworth ha notado comportamientos inusuales en Bruce; no se atreve a decírselo directamente pero teme por su bienestar. Por más insistente que ha sido sobre descansar apropiadamente, comienza a agotar sus opciones para hacerle entrar en razón.

Pennyworth sabe que él ha llegado. Las ondas sobre la superficie del vaso de agua que ha dejado sobre la mesa comienzan a vibrar, y con ello, el rugido del motor se hace presente. El agua del riachuelo salta en una corta pero violenta ola en cuando el vehículo estaciona a tan solo un par de metros. Y Alfred no duda en hacerle notar lo molesto que está parándose justo frente a él apenas Bruce se baja del auto.

-¿Se le ofrece un poco más de bolsas bajo los ojos, mi señor? ¿O algo de nuestro nuevo estado anímico al que le reservo el nombre de psicosis?

Pero Wayne baja sin siquiera voltear a verle. Está lo suficientemente cansado como para responder de una forma satisfactoria.

Rápido, torpe, fuera de sí mismo, el hombre sube a su recámara apenas termina de desvestirse.

Se tumba sobre las sábanas de su cama, incapaz de relajarse siente cómo cada uno de sus músculos se mantienen tensos, contraídos en una fatiga que lleva semanas. Quizá, tan solo en la soledad de su alcoba es que piensa en tomarse unas vacaciones, en descansar, pero los recurrentes pensamientos lo invaden una vez más como insectos de los que no ha podido deshacerse. Vuelve al campo de batalla y se cuestiona mil veces más qué fue lo que ocurrió, cuestiona si es verdad que está comenzando a enloquecer, ¿cómo fue incapaz de detectar a aquel intruso? ¿Realmente era solo él mismo quien escuchaba susurrar su nombre? Pero también piensa en el traficante; repasa uno a unos sus errores, se reprocha a sí mismo sus propias limitaciones. No ser más ágil. Más fuerte. Más metódico, y una inmensa rabia recorre su interior antes de siquiera darse cuenta.

Batman KnightfallOn viuen les histories. Descobreix ara