IX: Not A Heroe

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Kate no deja de luchar ni un solo instante y los hombres que la retienen saben que no van a poder contenerla por mucho tiempo.

Pero la hacen detenerse. De un puñetazo sin el menor escrúpulo, y otro directo al rostro. Dos movimientos que la dejan en el suelo e inconsciente en cuestión de segundos.

Tras unos minutos Kate comienza a recobrar la consciencia. Vuelve a abrir los ojos, pero en cuanto lo hace ya no ve a nadie en el lugar. Sus oídos zumban, el golpe aún le tiene aturdida. Lleva una mano a su cabeza mientras la expresión de su cara se comprime en una similar al de una resaca por la mañana.

Pero pronto esto deja de importarle cuando su cabeza aterriza volver al mundo real. Bruce.

-¡Bruce! ¡Bruce!

A pocos metros se encuentra él, quién había logrado arrastrarse hacia la entrada hacia el elevador a la vez que la estela carmesí le delataba en el suelo.

Kate de inmediato se dirige a él, se acuclilla a su lado y lo toma entre sus brazos. Sostiene su torso, cubierto por el emblema que toda Gótica conocía. Pero el no responde a su llamado, sus ojos parecen verle pero tan solo para segundos después ponerse en blanco. Irse y desvanecerse ante su presencia.

-Bruce, despierta. -Kate suplica al mover su cuerpo-. Tenemos que irnos, despierta -pero tras ver qué de ninguna forma puede hacerlo volver comienza a golpear sus mejillas con leves bofetadas-. No puedo sola. ¡Despierta!

Pero él apenas puede hacerlo.

Kate comienza a arrastrar su cuerpo juntando todas sus fuerzas, intenta llevarlo a arriba; pero apenas lo hace, un grito sale de los labios del hombre, y Kate se detiene de inmediato.

-Necesito traer a un doctor -afirma ella, a lo que Bruce mueve la cabeza de lado a lado.

-No, Katie -responde. Sus palabras son precisas pero cargadas de un pesar que pronto comienza a mojar sus ojos.

Bruce se arrastrar por su cuenta sobre el piso, ignora el dolor que esto le cuesta en cada movimiento en que sus vértebras dislocadas apuñalan su propia carne. Sus labios ahogan uno tras otro gemidos de su suplicio. Y con forme avanza no se rinde en su intento por que sus piernas respondan en cualquier instante.

Kate puede comprender lo que ocurre con tan solo observarlo. Pero Bruce pareciera no entenderlo, se aferra a la idea de que no es así, como un niño que no acepta su suerte.

Y Kate no puede evitar que el corazón se le parta en pedazos de tan solo verle.

Ella apenas puede procesarlo. Todo había sido tan repentino que apenas puede creer que sea verdad. Batman era su propio primo y, ese mismo hombre, estaba al borde de la muerte.

-¡No siento las piernas! -exclama como un rugido que pronto se transforma en un amargo sollozo. -No las siento.... No las siento -insiste con un hilo de voz. Sus manos se hacen puño aferrándose a la nada en el suelo. Y Bruce no hace más que esconder su vergüenza encarando al piso. No puede dejar de temblar. El pánico le hace su presa-. Helena... no, mi hija no.

El villano lo había logrado. Había roto a Batman.

-Katie -exclama él, quién lanza una mirada llena de dolor hacia la mujer.

-Déjame llamar a un doctor -suplica.

-¿¡Para que?! -reclama el hombre, sin poder evitar que un sollozo interrumpa sus palabras-. He perdido la lucha. Lo he perdido todo. Yo... yo jamás voy a volver a... -Bruce ni siquiera se atreve a decirlo. Baja la mirada al suelo, y de tan solo imaginarlo, su rostro torna a una expresión amarga y devastadora-. Nunca volveré a caminar, Katie.

Batman KnightfallWhere stories live. Discover now