Extra

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Era la noche, tan noche, que las calles dormían por completo, no había más que uno u otro auto recorriendo las manzanas, solo la luz de la luna y la tenue luz de los faroles alumbraban las sendas. Dy, había estado escapando en las madrugadas. Algo en su mente le impedía conseguir la paz, no podía dormir, a causa de su insomnio, decidió recorrer las calles cercanas a su casa, con la intención de agotarse y llegar a casa a dormir un poco, le funcionaba para siquiera recuperar energía suficiente para el día siguiente.

-Ya ni siquiera puedo dormir tranquilo, solo una vez, siquiera. – decía Dy mientras recorría el sendero cabizbajo.

-¿Insomnio?

Dy escuchó esa voz, tan familiar y extraña al mismo tiempo, con los nervios crispados movía en todas direcciones su rostro para encontrar al dueño de esa voz. Escuchó un aleteo, como el de un ave grande y miró arriba; con los brazos cruzados y con una túnica de seda blanca, un ángel, uno de verdad, lo miraba con severidad desde el poste de luz.

-¡¿Quién diablos eres tú?!- Cuestionó Dy, al ángel. Mientras de ponía tenso por ser tan desconfiado.

-No hay razón para alarmarse- dijo el ángel con voz tranquila y se dejó caer suavemente hasta llegar al lado de Dy- Soy un viejo amigo.

-¡Qué mierda!- Dy se sobresaltó, ¿un demonio, amigo de un ángel? ¡Imposible! -Vete al carajo- Dy retrocedió unos pasos y dio media vuelta alejándose del ángel – no te conozco.

-Sí me conoces, pero lo has olvidado. Hablamos después, Damián.

La noche era cálida, pero Dy sintió un escalofrío que lo dejó paralizado un instante, ese nombre, lo había penetrado en todo el cuerpo como dagas, lo había escuchado antes y al mismo tiempo no recordaba donde. Volteó en cuanto recobró la percepción del momento, buscó al ángel, pero no lo encontró. Por un segundo, pensó que fue una ilusión provocada por el insomnio, pero bajo sus pies, una pluma dorada se posaba sobre su zapato. Era tan larga y brillaba como oro puro, esa era una prueba de su lucidez, de que no había sido una ilusión y también fue una de las razones que perpetuó su insomnio, ahora las pesadillas, le recordaban ese nombre. Lo peor para él, no era el escuchar ese nombre retumbar en la nada de sus pensamientos, era la desesperación por saber si le pertenecía a él.

The Holly TrioWhere stories live. Discover now