Capítulo 9 "The last Reel "

49 5 0
                                    

Dy encabezaba al grupo. Boris y Bendy le seguían de cerca, Henry iba detrás de ellos y al final de la fila, se encontraban los ángeles.

—¿Cómo es posible que el estudio sea tan grande? —pregunta Henry.

—Supongo...que Joey lo amplió ¿Tu qué opinas, Alice? — comentó Boris, pero Alice se mantuvo en silencio.

—¿Ahora qué le hiciste? —refunfuñó Bendy.

—¿Por qué soy siempre el que hace algo? —respondió indignado el lobito.

—¡Porque eres un tonto! ¡Por eso!— empezaron a discutir y detuvieron al grupo.

—Silencio— les dijo Dy, pero no gritó, su voz fue áspera y contundente, no necesitó decir nada más. Los aludidos dejaron de pelear y continuaron caminando.

Llegaron a un lugar extraño. Dy les anunció que era la entrada a la máquina de tinta. Aquel artefacto fue convertido en un edificio, dentro del mismo estudio. Ahí parecía ser el final del pasillo, era una oscuridad abrumadora y espesa. La tinta recorría las paredes en forma de grietas que punzan como un ser vivo, como las venas bombeando sangre en el cuerpo.

—¿Qué esperamos para entrar? — dijo Alice a sus compañeros mientras caminaba decidida a la oscuridad.

—No tan rápido— La detuvo Dy— Ustedes esperarán aquí.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

—¡Ni creas! —reclamó el pequeño Bendy— La última vez que dijiste eso no regresaste.

Dy miró a su pequeñín con compasión, se aproximó a él, se inclinó y le tomó por los hombros. —Te prometo que esta vez será diferente...—volteó a ver a los ángeles— Alice, Angel, por favor escóndanse y cuiden de Bendy.

—¿De verdad confías en ellas?— cuestionó Boris a su amigo.

—¡Yo, sí! —agarró a Bores de una oreja y se lo llevó a tirones y luego gritó a Henry, quien se quedaba atrás — ¡Vamos anciano, no tengo todo el día!

Henry obedeció. Los tres caminaron guiados por Dy, quien era el único que podía divisar el oscuro pasillo. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, pudieron distinguir una puerta al final del corredor.

De repente, la puerta se abrió sin que nadie la tocara. Adentro estaba Joey sentado en una especie de trono.

—Tardaron demasiado —habló Joey— La puntualidad nunca fue tu fuerte, Dy.

—¡Voy a disfrutar acabar contigo! —lo amenazó Boris mostrando sus grandes colmillos.

—¡Ja! ¡Claro! Y cuando termines saludas a Bob de mi parte.

—¡Eres un maldito enfermo, Joey! —Henry se alteró y no pudo contener su reproche— ¡¿Cómo pudiste causar tanto daño?!

Joey, se incorporó rápido de su trono, con aire ofendido y reclamó:

—¡¿Yo?! ¿Cause daño? ¡Tú los dejaste aquí! — Su voz se tornó ronca por la fuerza de sus gritos, haciendo más fuertes sus palabras —¡Henry! ¡Todo esto es tu culpa! ¡Los abandonaste y los traicionaste! ...Yo no soy el culpable— giró su rostro y le clavó la mirada al demonio de tinta —¡Y tú!... ¿De verdad crees que puedes conmigo...hijo mío?

Dy le devolvió la mirada, pero con mayor intensidad, de sus ojos brotaba una estela dorada y roja por la ira, y le respondió al insolente:

—¿Acabar contigo?... ¡No!... Eso sería ser amable contigo, escoria. —Se agazapó igual que una fiera al acecho de su presa— ¡Me voy a asegurar de que tu vida sea un maldito infierno!

The Holly TrioOnde histórias criam vida. Descubra agora