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—¡Milena!— sentí que me llamaban —¡Mile! ¡amor!— mi cabeza dolía mucho.

—¿Qué haces acá?— pregunté de forma agresiva al ver a Salvador, pero en sus ojos, logré ver que él no entendía el porqué de mi rechazo.

—Recién llegué...— dijo dubitativo, miré a mi alrededor y estaba en el baño, más específicamente en el suelo.

—¿Qué me pasó?— pregunté sin entender qué había pasado. —¿No me fui?— Salvador me miró con preocupación.

—No, estás en el baño, te desmayaste. —dijo con calma

—¡Y Pedro dónde está?—él estaba confuso —tu amigo, Pedro.

—Me estas preocupando, vine solo y no tengo un amigo Pedro, Milena.

—Estabas hablando con él— aseguré.

—Te desmayaste, recién llegué a casa y ví la comida, supuse que estarías, pero no te ví, vine al baño y te encontré.— intenté incorporarme, para así salír del baño.

—Entonces... ¿Lo soñé?— pregunté en un susurro.

—¿Huh?—me miró

—¿Soñé que tenías un hijo?— sus ojos se abrieron desmesuradamente —¿Soñé que cancelabas la boda? —En su frente comenzaba a fruncir su ceño.

—No sé de qué hablas amor, tal vez estás cansada, el estrés hizo efecto y causó tu desmayo— explicó.

—Fue tan real— expliqué —Salva enserio se sintió real, yo , estuve preocupada por vos, intenté comunicarme todo el día, y no te encontré, tenía que hablar con vos.

—Respirá, por favor— dijo con calma. —No tengo idea que soñaste, ni cuanto tiempo estuviste desmayada, pero lo que si sé, es que tenemos que hablar— tomó con sus manos mis mejillas —Jamás, te ocultaría las cosas Milena, en estos dos años he aprendido que sos vos, y creeme cuando te digo que, con vos voy hasta el fin del mundo— me besó.

—Lo sé, pero yo, me bloquee, no te pude localizar, y ahora parezco una loca maniática del control— me excuse, él sonrió.

—Estuve un poco ocupado, con trámites, y no atendí al celular.

—Me di cuenta Salva, yo me preocupé mucho.

—Pero la realidad, es que sí tenemos que hablar, aunque te aseguro que no tengo hijos, ni nada por el estilo— me giñó.

—Creo que eso me hace sentir ¿mejor? — sonreí, y él me devolvió la sonrisa, eso me hacía feliz.

Aún no entendía como pude soñar eso, dicen que cuando estamos agotados nuestra mente puede llegar a imaginar cosas, pero, creo que mi mente fue mucho más allá. Pensándolo bien sería una buena escritora —Sonreí. No, definitivamente no, lo mío era la abogacía, ahí me sentía bien, feliz, como pez en el agua.

—Me gustaría ir mañana a que te vea un médico Mile— dijo Salva mientras me extendía un vaso con jugo.

—Si, creo que si, es que he estado muy atareada con la boda, y el delegar no se me da bien— me encogí de hombros.

—Lo sé, mamá está fuera de sí, no sé que va a pasar cuando Ani se case, quiero ver ese día— rió y yo también lo acompañé, si su madre actuaba así con la boda de su hijo, cuando Ani se casara iba a tirar la casa por la ventana, eran una familia muy unida, y eso era lo que más amaba.

—Salva, quiero hablar con vos— en mi voz ya no había rastro de risas ni burla, quería hablar con él.

—Yo también quiero hacerlo Mile, —suspiró. —¿Te acordas de la propuesta de trabajo en el exterior?—preguntó, a lo que asentí, sabía de que se trataba, Ana me lo había dicho, pero que él lo hiciera me daba tranquilidad, nuestra relación tenía una base sólida —Estoy considerando la propuesta.—tomó mis manos.

SalvadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora