Salvador

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Milena

Salvador estaba misterioso hoy cumplíamos un año, no podía creer que había estado un año con este maravilloso ser, nunca pensé que luego de que Sofía insistiera en ir a ver a un partido de básquetbol lo encontraría, aún recuerdo que pregunté cuál era su nombre, y mi amiga me dijo todo de él, pero aquellos aspectos que todos sabían de él.

Una de las características que más llamó mi atención fue su altura, entre nosotros había una diferencia de cuarenta centímetros, como polos opuestos, él deportista , y yo prácticamente todo aquello que no implica levantar una pesa. Estudiamos carreras que van en sentido opuesto, pero aún así eso no deja de hacer que seamos los dos el uno para el otro.

Conocer a su familia fue asombroso, son unidos, pero la mayor sorpresa me la llevé cuando ví quien era su papá, sabía que era médico cirujano pero no tenía idea que era el mismo hombre que años anteriores había salvado mi vida, eso sin dudas fue una sorpresa, muy grata, le debía tanto a él, si hoy estaba viva era a causa de ese hombre, padre de Salvador que no había descansado hasta verme recuperada en un cien por ciento.

Era un poco loco pero mi suegro había visto mis intestinos y demás, ¿sorprendente no? Si, totalmente impactante, pero gracias a él hoy vivía una vida plena.

Recuerdo el viaje que hicimos a Italia por el mundial de básquetbol, donde ya intuía que mi cuñada estaba embarazada, y no se sentía segura de que decisión tomar al respecto, la alenté a pensar con la mente fría, no era malo traer una vida al mundo, era un milagro.

También le conté a Salvador lo que había ocurrido conmigo, estaba aterrada, las personas que lo sabían eran cuatro: papá, Juana, Sofía y Martín, su padre. Ese hecho había dejado secuelas en mi vida, que no se iban a ir tan fácilmente, tenía cicatrices por todo mi cuerpo a causa de la tortura a la que fui sometida, y cómo un plus, el hecho de no poder tener hijos, la probabilidad era casi nula. A penas comenzaba a vivir y tenía que hacerme a la idea de un futuro solitario.

Cuando le conté lo que me ocurrió a Salvador encontré comprensión, el no me juzga por el hecho de no poder tener hijos, en sus ojos veía dolor, él lloró por lo que me ocurrió, no pensé que lo haría, pero si, me sentía protegida a su lado.

No suelo utilizar ropa corta por las cicatrices, pero la que más marcó mi autoestima es la que atraviesa mi abdomen, tomé la decisión de no usar remeras que se levantaran y vieran la gran cicatriz, los jeans eran mis aliados así nadie tenía que ver mis piernas y asombrarse por el hecho de tener cicatrices de mordeduras, cortadas y demás.

No sentía que fuera linda, no cumplía con los estándares de belleza, siempre pensaba en qué había visto Salvador en mi, podría estar con alguien mejor, aunque el decía que yo era lo mejor de su mundo.

Luego del viaje a Italia, grandes cosas pasaron, como el decirle a la familia que un integrante se sumaba, Salvador casi enloquece, era muy protector de sus hermanas, yo no tenía hermanos hasta unos meses después, pero en ese entonces amé que él las cuidara tanto, incluso cuando ya eran adultas y tenían responsabilidades y también el hacerse cargo de sus actos.

Ese mismo día, el resto de la familia se enteró que no podía tener hijos, incluso obtuve una disculpa de la hermana mayor de Salvador, Karla.

También Ana y Juan tomaron la decisión de que junto a Salvador fuéramos los padrinos del pequeño Felipe, además habían dejado que eligiera el nombre, fue un acto muy dulce. Ellos me tomaban en cuenta, me sentía parte de esa familia, porque ellos me incluían.

Luego hubo un estancamiento de nuestra relación, Tatiana Molina había aparecido, y no podía negar que me sentía celosa, tenía miedo que Salva la continuara amando, ella había formado parte su de vida por muchos años. Ella había montado una serie de hechos para que nos alejaramos, no entendía su punto, tal vez lo extrañaba, lo único que sabía es que ella lo había engañado con su mejor amigo, pero Salvador no hablaba de ello y sinceramente no quería saber los detalles de su relación con otra mujer.