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Había pasado una semana, una horrible semana donde me negaba a hablar con Salvador, él ya había llegado de su viaje por deporte, había decidido ver a Pipe en casa de Ana, pero sólo verlo a él, no estaba preparada para hablar con Ana de su hermano, además había hablado con Karla para ver a Titi, ella ya había vuelto de su viaje, y eso era bueno para Thiago, compartir tiempo con su madre.

Santino y Leandro se habían tomado en serio el papel de hermanos, y venían a casa a compartir, se turnaban para ver como estaba, ayudarme a estudiar y demás. Ellos eran luz en mi vida, luego de tantas cosas, ellos desde el primer momento me vieron como su hermana pequeña, a quien cuidar y proteger.

En estos días las noticias continuaron, pero esta vez, no era sobre su regreso, sino del engaño hacia mí, además de todo, a los ojos de los demás me habían puesto los cuernos. Salvador dijo que nunca me iba a lastimar, no se que ocurrió, tengo sentimientos encontrados, por un lado sé que Salvador tiene una explicación, pero por otro, no le entiendo cual podría ser, yo estaba realmente dolida, mis lágrimas caían, creo que así se sentía que te rompieran el corazón, un dolor muy fuerte en el pecho, angustia, y solo ánimos para llorar.

En mi celular tenía un sinfín de llamadas de Salvador, Mabel, Martín, Juan, e incluso de Karla, pero no quería hablar con ninguno, sabía que el momento iba a tener que llegar, y ellos eran mi segunda familia, además de que los extrañaba un montón.

Cuando llegó el sábado me di cuenta que de estar bien, iría a verlo jugar, pero hablando con papá me dijo "Las parejas tienen crisis, pero la magia es resolverlos, juntos" En el último tiempo notaba que papá era más sabio y eso me dejaba impactada, él ahora actuaba sabiamente, y sonreía un poco más, él era feliz, no porque me lo dijera, sino porque veía que lo era, Marion le hacía feliz.

Decidí ir a verlo jugar, no le quería fallar, no iba a faltar a su juego, me vestí intentando pasar desapercibida por las personas, tomé su buzo con capucha, amaba ese buzo y además unos jeans con mis championes, Santino me acompañó, además el manejaba, papá tenía la intención de que aprendiera a manejar, pero sinceramente me sentía más segura en un bus, que en un espacio tan reducido.

Llegamos a la cancha, pasé desapercibida, nos sentamos cerca, Santino como buen profesor de educación física, amaba el deporte, y el basquetbol no era la excepción, lo que me temía es que Salva me viera, yo quería explicaciones, pero tenía miedo a esas respuestas.

El juego transcurrió, Salva convirtió dobles, triples, hasta que en el final del tercer cuarto me vió, tenía ojeras, notaba que no había dormido bien, y eso me dolió en lo más profundo, no quería eso para él, para mí, para nosotros. Después vio quien estaba a mi lado, con un brazo en mi hombro, Santino era muy sobre protector, me hubiera encantado conocerlo desde pequeña, pero el hecho era que Salvador no lo conocía. Luego de verlo a él, volvió su vista a mi y pude leer en sus labios "¿Quién es?" a lo que yo respondí "Hermano", él me miró extrañado, pero el juego siguió y yo estaba ahí con su buzo, extrañandolo más que nunca.

El juego terminó, y en ese instante Salvador se acercó a mí subió las escaleras y me abrazó, a su lado era pequeña, teníamos dos cabezas de diferencia, pero en sus brazos yo estaba segura, y a pesar de lo que había pasado yo lo amaba y quería creer que él también, sentía que él me amaba y tal vez yo estaba imaginando más de lo que había ocurrido.

—Te extrañe, Mile, te extrañe como no tenes idea— dijo con voz débil.

—Tenemos que hablar—. susurré

—¿Me esperas?— preguntó, miré a Santino, quien tenía cara de pocos amigos, en esta semana y media él había estado a mi lado.

—Dije que la llevaba de vuelta a casa— dijo con seriedad.

SalvadorWhere stories live. Discover now