14

1.3K 71 16
                                    

—En el año dos mil diecisiete, viajé a Estados Unidos, fue por mi cumpleaños, un mes maravilloso, cuando regresé papá no pudo ir a buscarme al aeropuerto, y ahí comenzó todo...

—Tranquila, estoy acá para escucharte, no tengas miedo—.apretó mi mano, haciéndome saber que él estaba ahí conmigo, inhalé tan fuerte como pude y hablé.

—Papá no pudo ir a buscarme al aeropuerto, así que no quise esperar, seguramente tenía cosas que hacer y no quería interferir en sus actividades, lo normal— .asintió — había un taxi, no miré la placa, solo me subí—. tragué fuerte, era difícil para mi contar esto, durante mucho tiempo había creado barreras para no tener que explicar parte de lo que sucedió. — Había algo raro en su mirada, pero aún así, no le tomé importancia, le dije el camino que debía seguir, y el lo hizo, hasta que en un momento.—cerré los ojos con fuerza, dolía tanto recordar.

—Tranquila Mile, no va a volver a pasar—. me tranquilizó Salvador, respiré profundo, parecía que no lo había hecho desde que comencé a contarle.

— Hasta que... en un momento, paró el taxi, estábamos cerca de casa, como a unos dos kilómetros, salió y entró en la parte trasera, donde yo estaba, con un pañuelo en su mano me dijo "Nos vamos a divertir" y luego me desmayé.

Salvador me abrazó. —No tenes que contarme si te hace tanto daño Milena—. aún así quería continuar y terminar con este dolor que me atormentaba.

—Estuve en un galpón, así lo veía yo, paredes altas, techo de chapa, oscuro y con una lámpara en medio, fueron dos semanas las que estuve ahí, donde ese hombre, ese hombre.. él..—.comencé a tartamudear.

—¿Que hizo Milena? ¿Te hizo algo?—la voz de Salvador ya no era muy paciente, tenía un tinte de rabia, lo entendía porque yo también lo hacía.

—Él intentó violarme, pero antes me torturó, cortó mi cabello, me rapó, sonreí, jamás en mi vida lo hubiera hecho—.Miré a Salvador y vi que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, el padecía mi dolor.

—Luego de cortar mi cabello, me pegó, tanto que en el día vos veces lo hacía, en la mañana golpeaba mis piernas con un bate de madera, y a la noche mi torso sufría de sus latigazos, no entendía que había hecho mal para merecer eso que me pasaba. La primer semana fuí fuerte, apenas si me alimentaba, era más la tortura—. me callé.

Necesitaba un momento para seguir contándole a Salvador lo que sucedió después, y eso que había omitido algunos detalles, pero el ahora me miraba y las lágrimas caían por su rostro.

—Una noche llegó, y comenzó a desvestirme, estaba aterrada, no quería que sus manos me tocaran me daba asco, me sentía la peor persona del mundo, sucia, pero no en lo físico, sino en lo emocional, yo me sentía así, que no valía nada, tenía diecinueve años, y todo era mi culpa.

—Pero sabes que no lo fue, ¿verdad?—Salvador habló luego de mucho tiempo, pero no respondí, solo continué con la historia.

—No pudo esa noche, porque a mi lado había un pato y se lo dí en la cabeza—.Salvador liberó todo el aire que tenía contenido. —Pero luego de defenderme al otro día sus golpes eran cada vez más y más fuertes, tanto que me rompió cuatro costillas, cuando le preguntaba qué quería, él no respondía, parecía un maniático, alguien que no estaba bien mentalmente, aunque por momentos lo dudaba, parecía tener un desbalance psicológico pero por momentos no, su personalidad variaba, y yo los sufría.

Un día me drogó, puso algo en el agua que medio, mi mente comenzó a dar vueltas, y en ese momento me sentí perdida, no estaba en mis cinco sentidos, pero algo pasó, porque se fue, me dejó ahí, fue extraño, pero lo agradecí—. me levanté, ya no podía seguir ahí sentada mientras le contaba a Salvador.

SalvadorWhere stories live. Discover now