Capítulo 20

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ー¡Atchuuu! ーestornudó Candy, despertándose.

«¡Qué frío!... Me quedé dormida... ¿Una cobija?... ¡Albert, Albert está de regreso!», pensó emocionada, incorporándose de inmediato.

Candy volteó a su alrededor, vio la luz apagada y todo muy tranquilo, era obvio para ella que si ahora estaba cubierta y antes no lo había estado, era porque Albert había regresado y como siempre, se había preocupado por ella.

El reloj de pared le anunciaba que eran casi las dos de la mañana, muy posiblemente Albert había llegado tarde y ahora estaba en su cama durmiendo, pero, ¿no era extraño que solo la hubiera cubierto?... Albert por lo general la habría llevado en brazos hasta su cama, como tantas veces lo había hecho antes.

Candy se estaba parando de la silla para asegurarse de que todo estaba bien, cuando vio un sobre grueso al lado del florero y extendió su mano para tomarlo.

«¿Dinero y, estas hojas?», pensó mientras abría el sobre y sacaba la carta empezando a leerla. 

Candy:

Pude escuchar lo que la casera te dijo esta tarde. Como puedes ver, estoy al tanto de las quejas de los vecinos y de su propósito, nunca quise causarte tantos problemas, de verdad lo siento mucho.

No sé cómo agradecerte el que a pesar de todos los chismes, confíes en mí. Este tiempo viviendo contigo he sido muy feliz y me duele tener que irme, sin embargo, no quiero ser una carga para ti si me quedo...

Quiero que sepas también que tus cuidados y tu cariño me han permitido recobrar la memoria, debí decírtelo de inmediato pero jamás tuve el valor de hacerlo, ahora lo digo y solo a través de esta carta, lo siento...

El dinero no es mucho, pero es una muestra de mi agradecimiento por todo lo que has hecho por mí y por todas las molestias que te he causado... Las palabras jamás podrán expresarte mi gratitud.

Por favor, no me busques ni te preocupes por mí, estaré bien y aunque te extrañe en donde quiera que esté, estoy convencido de que algún día nos volveremos a ver.

Hasta entonces...

Albert.


ー¡No, no, no... Albert!! ーgritó Candy mientras se ponía en pie, tirando el sobre y todo su contenido al pisoー ¿Cómo que habías recobrado la memoria, ¿por qué no me lo dijiste antes?... ¿Y, cuáles molestias? ¡Tú nunca me has causado molestias Albert!... ¿A dónde te has ido, por qué? Si tu no hiciste nada malo...

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y sin poder sostenerse más en pie, cayó al suelo sobre sus rodillas, sollozando. Sentía que el corazón le dolía, sentía que no podía respirar y por más que trataba de tomar aire entre sollozos, el aire parecía negarse a entrar; se estaba ahogando, no podía creer lo que estaba pasando. Albert se había ido sin despedirse, dejándole un sobre con dinero que quién sabe de dónde había obtenido, y una carta, sin un "te quiero" o un "te amo"...

«¡Habíamos prometido compartirlo todo!... Las cosas buenas y las cosas malas, tú mismo me lo propusiste; yo compartía todo contigo, y tú...» pensaba Candy, ahogada en llanto. 

ー¡No otra vez!... ¡No otra despedida!... ¡No de él!!...

Sin poder controlarse, dejó a sus manos desplomarse hasta tocar el piso y con la cabeza baja se perdió en una maraña de ideas, emociones y sentimientos. Los sollozos se volvieron más fuertes, quería gritar, pero ni siquiera eso podía hacer, no podía controlar su llanto y seguía sin poder respirar, era como si le hubieran quitado el aire... Era como si su aire la hubiera abandonado al cerrar la puerta del departamento, casi a la medianoche.

Siempre te esperéWhere stories live. Discover now