Capítulo 31

5.8K 684 14
                                    

-¡No estarás hablando en serio!

-Completamente.

Furioso, Fred dio la media vuelta y se marchó furioso del Castillo de Carisbooke. De ser posible graficar, de su cabeza no salía humo, sino llamaradas de rabia. Por la culpa de su hermano lo perderían todo, ¡TODO!

***

Tres días después Fred entraba a la suntuosa residencia de Flamouth. Iba decidido a conseguir que Blossom fuera a visitar a su hermano.

-Buenas tardes -lo saludó con frialdad Henry Moore-. No me diga que su hermano no ha tenido el suficiente valor como para venir a dar la cara él mismo.

-Buenos días, señor Moore, se equivoca, no se trata de cobardía. Todavía se siente muy avergonzado de lo que ocurrió hace tres meses en esta casa. Sin embargo, estoy seguro que mi hermano ama a su hija, pero es muy cabeza dura para admitirlo.

-Y justo ahora.

-¿Qué?

-Olvídelo. Supe que mi esposa le envió una carta.

-Yo mismo se las llevé.

-¿En plural?

-Sí. Eran dos, una de su esposa y otra de su hija.

-Comprendo, e imagino que ninguna sabía de la existencia de la otra.

-No entiendo.

-Yo sí, no se preocupe... ¿Trae alguna respuesta de dichas cartas?

Fred enrojeció.

Dijo que si quieren hablar con él, tendrán que ir a la isla.

-¡Es un sinvergüenza!

-Señor, ¿podría ver a mi cuñada?

-¿Su cuñada?

-¿Lo es, o no?

-Sí... Puede verla, pero ni una palabra de esto a ella. En su condición no quiero que se agite.

-¿Su condición?

-¿Es que el crápula de su hermano no le contó? ¡Blossom está embarazada de ese canalla!

-¡Oh!

***

Fred encontró a Blossom en un pequeño salón que daba hacia el jardín. En su regazo tenía una labor, que en cuanto lo vio entrar por la puerta, lo quitó hacia un lado con rapidez, sin embargo, Fred pudo distinguir que se trataba de algo de estambre y agujas de tejer. Su madre solía tejer, por lo que estos artículos le eran familiares, tanto que incluso se alcanzó a fijar que era una prenda pequeña de color azul claro.4

-Fred -dijo ella, sorprendida, poniéndose de pie, saliendo a su encuentro con las manos extendidas.

-Blossom -repuso él, extendiendo también las de él.

-¿Me traes alguna novedad?

-¿Por qué lo piensas?

-¿Por qué más vendrías?

-Estás esperando un hijo suyo.

-Mi padre te lo dijo.

-¿Lo decía en la carta?

-No quiero que regrese conmigo solo por eso.

-Te parece poco importante.

-Demasiado importante -repuso ella con tristeza, abrazándose a él. Lo conocía muy poco, pero le inspiraba confianza-. ¿Cómo está?

La hija del mineroTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon