Capítulo 27

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Dos meses después al mediodía, mientras caían las primeras hojas del otoño, Blossom recibía los últimos arreglos en su atuendo. Los invitados ya esperaban en la iglesia del pueblo, Abbie iba de un lado para otro preocupada de que nada fallara a último momento, Henry estaba listo para llevarla ante el altar, y Ada sostenía el pequeño ramo de flores.

-¿Estás feliz, prima?

-Sí, aunque no lo parezca.

-Serás feliz si te lo propones.

-Eso espero, mi querida Ada.

-Pero debes decírselo.

-Jamás se lo diré.

-Cabezota.

Las primas rieron, y luego se abrazaron con cariño.

-Vamos, ya es hora.

***

Adrian esperaba en la pequeña iglesia de Falmouth. Solo su hermano lo acompañaba, ya que no tenía más familia, ni tampoco amigos cercanos. Los invitados eran apenas conocidos de negocios, que, sin embargo, Henry Moore llamaba amigos.

-¿No estás nervioso? -le preguntó Fred-. Yo estaría aterrado.

-Solo me voy a casar. No voy al cadalso.

-Es un paso importante en tu vida, y tú no estás enamorado.

-No, pero me gusta mucho.

-Espero no estés cometiendo un error.

-Yo también.

***

Alrededor de la una de la tarde, la pareja salió de la iglesia en medio de aplausos y pétalos de flores. Luego de los abrazos y saludos de la familia y los invitados, se subieron a una calesa descubierta, y emprendieron rumbo a los acantilados. Más tarde los esperaría una celebración tipo picnic campestre, que duraría hasta que nadie pudiera tenerse en pie. Al día siguiente saldrían para la Isla de Wight, con el fin de decidir de planificar el futuro, aunque para el resto se trataría de una romántica luna de miel en un castillo medieval.

***

-¿Cómo te sientes, lady Wight? -le preguntó él en un momento en que estuvieron a solas.

-Igual que hace rato.

-Graciosa.

Blossom evitaba siempre que podía ponerse seria. Amaba tanto a ese hombre que le daba pavor pensar en que él lo percibiera y se alejara, en cambio, si su comportamiento era ligero pensaría que ambos estaban en la misma sintonía y no saldría huyendo al escuchar la palabra amor.

-¿Nos marchamos ya? -preguntó ella de pronto.

-Creo que es muy temprano aún... ¿Te sucede algo?

-No sé, siento algo extraño, como si fuera a suceder algo malo.

-¿Eres bruja también?

-No lo creo.

-Bueno, en cuanto oscurezca nos vamos. Estoy deseoso de...

-No lo digas.

***

Henry Moore observaba con desaprobación la fiesta que en ese smomento se sotenía en su jardín. Siempre había esperado que su hija se casara con toda la pompa posible, en la calle Belgravia de ser posible porque así estarían cerca de la realeza, pero no, ella había preferido una boda rural al más puro estilo campesino.

-Abbie, ¿por qué nuestra hija ideó esta boda tan rústica?

-No sé qué le ocurre, querido. Insistió en gastar lo menos posible. La verdad es que está muy extraña.

La hija del mineroWhere stories live. Discover now