Capítulo 21

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Al día siguiente, muy temprano en la mañana, los tres hombres emprendieron viaje a Londres. Gerald iba entusiasmado ante la perspectiva de una nueva vida, Siempre pensó que su depresión se debía a la muerte temprana de su mujer, pero ahora comprendía que era porque se sentía prisionero en esa isla. Sin dinero no existían las amistades. La noche anterior, antes de dormir, se prometió no volver a frecuentar viejas amistades, y menos aún, los círculos de la nobleza. Se inventaría algún negocio, aunque tuviera que aprender a ser comerciante, para que el dinero aumentara, y se alejaría lo más posible de la bebida. Y tal vez, aún sería tiempo de que conociera una nueva mujer que llenara su cama y sus noches frías.

Por su parte, los hermanos Baker, apenas se dirigían la palabra. Por la noche habían tenido una fuerte discusión acerca de las decisiones que Adrian había tomado. Fred estaba convencido de que las mil libras que su hermano le había pedido prestadas con el tiempo se transformarían en más, y el banco que con tanto esfuerzo su padre había sacado adelante. Acabaría yéndose a pique, naufragaría igual que un barco en la tempestad, y esa tempestad se llamaba Blossom Moore.

Sin embargo, Adrian tenía un plan. Estaba seguro que con la idea que había tenido lograría devolver el dinero de su hermano y de paso recuperar su propio capital. Su hermano estaba enfurruñado, pero no le duraría mucho ya que no era resentido.

***

Hacía varios días que su prometido había desaparecido y Blossom comenzaba a preguntarse si no habría huido. Pero no, era demasiado orgulloso como para marcharse así sin más. Lo más probable era que anduviera por allí averiguando cómo conseguir el dichoso título. ¿Lo falsificaría? No, imposible que se atreviera a tanto. ¿Lo compraría? Quizás. Ella no sabía cuánto podría costar un título en caso de que alguien lo vendiera, pero, ¿y si Adrian perdía el banco por esa causa? ¿Por su capricho? Si algo así sucedía ella tendría que hacerle frente y devolverle el dinero, no podría permitir que el pobre Fred también saliera perjudicado por su estúpida broma.

-¿En qué piensas, hija? -le preguntó su madre.

-En el ajuar de novia -mintió ella.

-¡Oh, sí, queda muy poco tiempo! Solo un par de meses. Disculpa, querida, pero creo que tu prometido está demasiado apresurado.

-Es que me ama demasiado, y yo a él. Deseamos poder estar juntos. Pronto.

-Sé cómo es eso, mi amor. ¡Oh, el amor, y la juventud!

Blossom sonrío. Su madre era una romántica empedernida. Siempre tenía detalles para con su esposo, y él hacia ella también. Y a veces por las noches, ella tenía que taparse los oídos para no escuchar sus gemidos, que aunque lejanos, se escuchaban igual por el corredor de la casa.

-Hay que ver lo de las invitaciones -continuó Abbie entusiasmada-, e ir a visitar ese castillo para ver en qué condiciones está. Hubiera sido ideal una boda en verano para realizarla en los jardines que han de ser muy bellos...

-Estás sacando demasiadas conclusiones, mamá. Esperemos a que regrese Adrian de sus negocios y hablamos de todo eso con él. Por ahora solo podemos ocuparnos del ajuar. ¿O prefieres que regresemos a casa y volver después?

-No, querida, el viaje se me hace cada vez más pesado. Adoraría que Falmouth crezca lo suficiente como para no tener que venir a Londres cada vez que necesitemos algo importante.

-Ada, ¿vendrás con nosotras? -preguntó Blossom a su prima que parecía concentrada en un libro.

-¿A dónde?

-De compras.

-¿Cuándo?

-Mañana.

-Tengo que escribir una carta.

-Como quieras.

Desde la noche de la cena, Ada apenas hablaba a su prima. Todavía estaba furiosa por la repentina decisión de casarse con Adrian, sobre todo sabiendo que no lo amaba, y solo quería usarlo. Podría prevenirlo, pero lo más seguro que él también quisiera usarla a ella. ¡Qué pareja iban a formar!

-Por la mañana te aviso -dijo Ada poniéndose de pie para besar a su tía y darle las buenas noches.

-¿Qué le pasa a esta niña? -preguntó Abbie, algo preocupada.

-No sé, mamá.

-Ha de estar celosa porque tú te vas a casar y ella aún no consigue novio.

-¡Oh, mamá, ella no es así! A Ada no le faltan los pretendientes, es ella quien no les hace caso.

-No sabía.

-No lo comentes con los tíos, por favor.

-Está bien, cariño.

-Me iré a la cama, ¿tú te quedarás a esperar a papá?

-Sí -respondió Abbie, ahogando un bostezo.

-Buenas noches.

-Buenas noches, querida.

***

Al día siguiente, no demasiado temprano, las tres mujeres salieron de compras. Abbie había confeccionado una enorme lista dedicada al ajuar de su única hija, y como era costumbre esta no solo incluía los atuendos para Blossom, sino que ropa de cama y toallas, mismas que serían bordadas con un monograma que llevara las iniciales de los nombres de los esposos. También tenía anotado un juego de vajilla, cubertería y cristalería. Y por último, los atuendos que deberían llevar los padres de la novia en el feliz acontecimiento. Es decir, Abigail Moore se gastaría una pequeña fortuna en la boda de su hija, pero no le preocupaba ya que su esposo vería ampliamente justificado el gasto teniendo en cuenta con quién se casaba Blossom.

***

En el transcurso del día a Ada se le había pasado bastante la rabia que sentía hacia su prima, tanto así que le había sugerido que le comprara algún regalo a su prometido ya que él haría tanto por ella.

-¿Y qué debiese comprarle según tú?

-Creo que un par de gemelos.

En ese momento se encontraban en la nueva tienda Harrods, que exhibía las cosas por departamentos. Ya habían comprado las sabanas y resto de menaje de casa, todo muy exclusivo, y ya iban de salida pues los atuendos de Blossom y el vestido que luciría ese día tan especial, serían encargados en la tienda de Patricia Flury, quien siempre tenía diseños únicos.

-Entonces, vamos al departamento de caballeros antes de marcharnos... Mamá, ¿nos esperas un momento?

-Yo veré algo para tu padre, no tarden tanto.

-No, tía -respondió Ada con amabilidad.

Las dos jóvenes se acercaron al mostrador y le pidieron al dependiente que les mostrara los gemelos. El hombre puso varias cajas encima del mesón y las abrió para que ella pudieran apreciarlos.

-No sé cuál elegir -dijo Blossom, jugueteando con los estuches.

-Yo elegiría ese -dijo una voz a sus espaldas.

La hija del mineroWhere stories live. Discover now