Capítulo 18

6.1K 723 36
                                    


Blossom condujo a Adrian hacia la cocina, y de ahí lo hizo subir por la escalera que ocupaba el servicio. Cuando llegaron al corredor que daba a las habitaciones le quitó el antifaz y lo tomó de la mano.

-Vamos.

-¿A dónde?

-Solo, vamos.

Como no estaba en disposición de discutir y menos negarse, no soltó la mano de la joven y avanzó junto a ella con más temor que intriga.

Ella abrió la puerta de su cuarto y tiró de él para que entrara rápido.

Una vez adentro, ambos se quedaron mirando. Adrian esperaba que ella tomara la palabra. Temía lo peor, pero no se atrevía a preguntar.

-Sé que yo tengo algo de culpa. Te catalogué sin averiguar, pero tú tampoco me sacaste de mi error.

-Quería saber a dónde conduciría esto.

-Comprendo, o no, no sé. Solo te puedo decir que si voy abajo y digo lo que has estado haciendo este último tiempo tu credibilidad quedará por los suelos.

-A tu padre no le interesa un banquero.

-Tú lo sabes.

-Sí. ¿Qué propones entonces?

-Acuéstate conmigo y no diré nada.

-No podemos estar jugando para siempre a lord Wight.

-Lo que hagas después me tiene sin cuidado. Ya veré qué les invento a mis padres... Me desvestiré, ahora.

-¿Tú crees que esto es así, sin más?

-Sé que no soy una belleza, por eso debo hacerlo de esta forma.

-No se trata de eso, Blossom.

Adrian se paró firme delante de ella.

-Bésame, entonces.

Adrian la miró. Ella se le estaba ofreciendo. Prácticamente le rogaba que la tomara en ese mismo momento, pero no lograba sentir nada más que pena. Una joven tan hermosa que se tenía en tan baja estima... Era doloroso.

-No puedo. Así no.

-¿La hija de un minero no es suficiente para ti? ¿O es que te repugno?

-¿No deberías guardarte para el hombre con el que te cases?

-No creo en eso. Quiero hacerlo con alguien que me guste ahora, porque no tengo pensado casarme solo para darle el gusto a mis padres... Bueno, ¿hasta qué hora charlamos? Bésame.

Adrian se dio la media vuelta para salir de la habitación.

-¿Te marchas?

-Sí.

-¿Así sin más? ¿No te importa que te deje en entredicho?

-Haz lo que desees.

-Probemos.

Con decisión y firmeza, Blossom se colgó del brazo de él y lo condujo a las escaleras, pero esta vez fueron las que llevaban al recibidor. Él solo la miró. La suerte estaba echada, que fuera lo que Dios quisiera.

En ese momento, el señor Harris pasaba por allí. Le dirigió una mirada interrogante a Blossom y ella con un gesto le indicó que abriera la puerta. En cuanto esta se abrió, dibujó su mejor sonrisa y levantó la barbilla, luego le dirigió a él una mirada arrobadora para que el público que estaba cerca alcanzar a ver, y juntos cruzaron el umbral.

***

Como era de esperar los padres de Blossom salieron al encuentro de ellos, felices de ver a su futuro yerno por fin en público para ser presentado a sus amistades.

-¡Damas y caballeros!

Adrian miró a Blossom como pidiendo auxilio, mas, ella no hizo nada.

-¡Quisiera por fin presentarles al prometido de nuestra amada hija Blossom, el conde de Wight!

Los que ya conocían a Adrian quedaron atónitos, y Fred que se había mantenido casi en las sombras, cuidando hasta que Ada no lo viera aunque ardía en deseos de hablar con ella, casi se atragantó con el escocés.

-¿Qué ha hecho tu padre? -se lamentó él en un susurro.

-Creo que tendrás que conseguirte un título, querido.

George Spencer, haciendo gala a su curiosidad fue el primero en preguntar. Adrian buscando en su memoria lo que había averiguado antes de dar un nombre respondió tranquilamente.

-El viejo conde de Wight murió hace poco. Su albacea me buscó para decirme que yo era la única familia que le quedaba al hombre y me correspondía el título por herencia. La verdad es que mi madre nunca dijo nada de tener parientes nobles, así que no lo sabíamos, ¿no es verdad, Fred?

-Eso mismo -repuso el hermano, quien se había acercado a escuchar las nuevas.

-Entonces, cuando se escribían lord Wight aún no era conde -dijo Henry Moore a modo de reproche a su hija.

-Lo siento, papito, por mentir.

-Lo olvidaremos, al final todo salió bien.

-La cena está servida -anunció de pronto el mayordomo.

***

La cena transcurrió en un ambiente ameno. Fred tuvo la suerte de ser sentado junto a Ada, lo que impidió que la joven no saliera corriendo a interrogar a su prima.

-¿Me dirás cómo saldremos de esto? -preguntó Adrian a Blossom, aprovechando que el resto estaba ocupado en comer y charlar.

-¿Saldremos? Es tú problema, no el mío.

-Fue tu idea.

-Sí, pero fuiste tú el que me rechazó.

-Te estás vengando.

-Piensa lo que quieras.

Adrian apenas tocó los platos que le sirvieron. La rabia que sentía contra esa pequeña bruja le carcomía el cerebro. Sin embargo, muy, muy adentro le divertía lo pertinaz que era cuando deseaba algo. Si él hubiera cedido, quizás no estaría metido en este lío, ¿o sí? En fin, ya era muy tarde para averiguarlo.

-¿En qué piensas, querido? -preguntó ella, melosa.

-En que el postre está delicioso.

La cena terminó y todos comenzaron a ponerse de pie: las damas se irían a un salón y los hombres a otro. Pero Blossom tenía otros planes.

-¡Un momento! -dijo ella levantando la voz por sobre los murmullos-. Tengo el agrado de anunciarles, bueno, mi prometido y yo, quiero decir. Nos casaremos al comenzar el otoño, y la boda se celebrará en la isla de Wight, lugar que será nuestra residencia definitiva.

La hija del mineroWhere stories live. Discover now