XI

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N/a:

Hola mis preciosos Raezers! Quería comentarles que por todo el apoyo que le dan a la historia decidí hacerles un regalito!

Creé un video de mis tres personajes Raezers masculinos favoritos: Dylan, Kyle y Taylor. Mi mente imagina a esos bellos chicos del video cada vez que escribo.

Les recomiendo ponerse los auriculares y subir el volumen así el sonido es más envolvente.

Si les ha gustado, no olviden votar y comentar que les pareció ❤

Sin más preámbulos, los dejo con el capítulo. Que lo disfruten!

...

Apenas suena el timbre del recreo, junto mis cosas para marcharme cuanto antes. Necesito ver a mis amigas.

—Adiós, Alessa —me despido de mi compañera de mesa con un movimiento de mano.

Como no coincido con mis amigas en ninguna asignatura, salvo por gimnasia, el asiento junto a mí a veces permanece vacío, a no ser que tenga que hacer algún trabajo en grupo, como hoy.

—Adiós —ella me regala una sonrisa mientras guarda su libro en la mochila.

De camino a la cafetería, recibo un mensaje de texto. Mis pies se detienen en medio del pasillo al leer de quien se trata.

Hola, preciosa. ¿Estás libre luego de clases? Te extraño.

Ay, no. Es Aristeo.

La imagen de Dylan aparece en grande en mi mente, siendo iluminada por cinco reflectores. No, ¡basta! ¡No puede arruinarlo todo!

Si, claro. Estoy libre.

Le envío el mensaje y bloqueo el teléfono.

¿Tu no lo extrañas?

Yo... ¡Por supuesto que sí!

Su respuesta no tarda en llegar.

Entonces, paso por ti a la salida. Te veo luego.

Suspiro mientras leo el mensaje. De verdad quiero verlo, con él la paso bien. Al menos Aristeo no me hace sentir que soy un fastidio.

Guardo el teléfono en la mochila justo cuando entro a la cafetería. Recojo mi almuerzo y busco a mis amigas en la mesa donde solemos sentarnos, pero solo veo a Jill. La rubia tiene la mirada puesta en su teléfono, está tan concentrada en esa cosa que cuando llego a su lado casi se le sale el corazón por la boca.

—Caitlin, por el amor de Jesucristo, ¿quieres matarme dos veces?

Días atrás me hubiese reído de su chiste, pero hoy no es el caso. Ella de verdad murió, en el otro mundo le arrebaté la vida como si no fuese importante para mí.

Apoyo la bandeja en la mesa y me siento a su lado.

—¿Dónde está Penny? —le pregunto, mirando en todas direcciones a ver si la veo venir.

—Castigada junto a todos sus compañeros de curso —murmura, poniendo los ojos en blanco.

—¿Qué? ¿Por qué?

Jill le da un sorbo a su refresco y se prepara para contarme una gran anécdota.

—Un idiota dibujó algo... obsceno en la pizarra.

—¿Y por eso están todos castigados? —pregunto incrédula.

—Sí, bueno, el marcador era permanente.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon