XVII

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Han pasado dos días desde que estoy en el mundo real, alejada de Dylan, de Aristeo, y de todo aquello que pueda dañar mi corazón.

Mi madre me avisó ayer que Aristeo había ido a mi casa por la mañana a preguntar por mí. Desde luego que no le atendí, ella se dio cuenta de inmediato que las cosas entre nosotros no estaban bien y decidió no hacer preguntas al respecto. De todos modos, yo creo que él vino a verme con el fin de saber si sigo viva. Tal vez no tendría que haberle mencionado donde se encuentra el dichoso portal para cruzar a mi mundo...

—¡Un hijo! ¡No lo puedo creer! —el grito de Jill provoca que varios estudiantes voltean a vernos con curiosidad.

Hoy ya es lunes y he tenido que volver a la rutina del mundo real. Ahora estoy con mis amigas en pleno recreo, comiendo nuestros almuerzos mientras les cuento lo que sucedió con Aristeo, omitiendo detalles, claro...

—Baja la voz, tonta —la regaña Penny.

—Yo tampoco lo creo aun —digo cabizbaja, revolviendo con el tenedor mi ensalada de col.

—¿Y tú terminaste con él por eso? —me pregunta la rubia, todavía sin comprender mis sentimientos. Aunque tampoco deseo que los comprenda... 

—Sí... No... Bueno, en realidad le pedí que nos distanciemos por un tiempo —respondo, algo nerviosa porque cada vez indagan más.

Por un tiempo largo. Muy largo.

—Entonces, ¿van a volver? —cuestiona Penny, estirándose un poco sobre la mesa para poder oír mejor mi respuesta. Como si desde allí no me oyera...

—No lo sé, Penn. Por ahora necesito estar sola y pensar bien las cosas —digo sin ánimos.

Estos días no me anduve sintiendo muy bien, no tengo la misma energía que siempre, es como si Dylan se hubiese quedado con toda mi vitalidad antes de irme de su casa con el corazón hecho trizas. 

¿Cómo la estará pasando él? No lo he visto desde entonces y tampoco ha cruzado a este mundo, sino estoy segura que nuestro vínculo me lo hubiese dejado saber.

...

Apenas terminan las clases voy directo a mi casa, ignorando el mensaje que Aristeo me ha enviado para que hablemos. Sigo sin querer verlo, solo hay una persona a la que deseo ver, pero estoy segura que no debe querer saber nada de mí. 

Estos días he estado pensando mucho acerca del secretito de Aristeo y no estoy segura de si eso, en un principio, hubiese influido en lo nuestro. Es decir, mi "primer" novio es un chico que ya trabaja y tiene un hijo, y yo recién estoy en mi último año de preparatoria. Mi vida no está ni de cerca de realizarse como la suya. A lo que me refiero, es que él ya está en una etapa de su vida en la que seguramente quiera sentar cabeza, porque al fin y al cabo ya es un adulto. En cambio, yo aun ni siquiera sé que es lo que quiero para mí. Así que sí, tal vez esa noticia en un principio hubiese influido bastante en la perspectiva de iniciar una relación con él.

Al llegar a mi casa, me recibe un agradable olor a comida. Me paro en la puerta de la cocina y observo a mi madre sacar del horno una bandeja caliente de bollos de pan.

Me alegra saber que ha llegado temprano del trabajo. Estos últimos dos días me la pasé encerrada en mi cuarto sin muchas ganas de socializar, solo bajaba a comer para luego regresar a hacer lo mismo desde que me despertaba: pensar dónde podía estar el segundo Duxilum. El tercero tendrá que esperar. Según El libro del fin del mundo, ese último será el más difícil de hallar. No quiero imaginar dónde diablos se me ocurrió meterlo. Yo sé que la respuesta está en algún rincón de mi mente, solo debo recordar.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloWhere stories live. Discover now