XX

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Recojo la última caja vacía de pizza y camino directo al cesto de basura para desecharla.

Luego de que Miracle llegara a la casa de Dylan por la tarde, decidimos que era momento para charlar sobre esas dos benditas piedras. Debíamos hacerlo. Tenemos el tiempo en nuestro contra, Argus no tardará en actuar. Aun no sabemos cuales son sus intenciones, pero suponemos que siguen siendo las mismas de siempre: desterrar a la raza humana de la Tierra para que solo una especie reine. En este caso, el gobernaría en un mundo donde únicamente existiesen seres con mejores capacidades que los humanos. Los Raezers serían la única especie de pie en su ilógico mundo carente de cordura. Un completo chiflado.

De todas formas, eso no es lo único que nos preocupa. Argus ahora tiene a su disposición dos mundos, ¿y si decide actuar en ambos? Aunque los chicos aun no están del todo seguros si ha logrado encontrar el portal en las vías del tren. Por mi parte, yo creo que sí lo ha hecho. Imaginé a Argus como una persona astuta y audaz, no creo que hallar ese portal hay sido un obstáculo para él.

Por eso mismo, hoy no hicimos más que pensar en los posibles lugares donde podrían esconderse ambas piedras para poder estar a un paso por delante de Argus. Debemos destruirlas. No podemos permitir que el mundo se plague de esos Raezers que no harán más que el mal.

Debo admitir que me siento culpable. Todo esto es por causa de mis locas ocurrencias, ¿quién me mandó a imaginar a un ser tan malvado y despreciable como Argus? Definitivamente ese día me había golpeado la cabeza con algo. Mi razón no estaba del todo bien cuando decidí crear semejante monstruo.

Suspiro con pesadumbre y me volteo hacia Dylan, quien está terminando de ordenar la mesa donde cenamos todos. La tarde pasó rapidísimo, dando lugar a la penumbra de la noche. En cuanto quisimos darnos cuenta, el cielo se había cubierto de cientos de estrellas que resplandecían con su sutil destello. Pedimos unas pizzas para comer algo mientras debatíamos los sitios donde yo podría haber ubicado al segundo Duxilum. ¿Bajo el mar? ¿Bajo tierra? ¿Suspendido en la nada misma? Podría estar en cualquier sitio de este mundo. Y eso no es lo peor, cualquiera podría acceder a él. Según El Libro del Fin del Mundo, estas dos últimas piedras no tienen ninguna barrera que le impida el paso a cualquiera. Argus o cualquier otro Raezer podría encontrarlas si quisiera, incluso peor, secuestrarlas y esconderlas para siempre...

—¿Pasa algo? —la grave voz de Dylan me obliga a bajar de las nubes para centrar mi atención en él.

Se ha colocado frente a mí con los antebrazos apoyados en la isla que ahora se encuentra entre medio de nosotros, la cual separa el sitio que tiene los electrodomésticos, de la otra parte donde solo están los muebles.

Mis ojos no tardan en engancharse con los suyos, que me observan expectantes y con la misma intensidad de siempre. Hago un gran esfuerzo por contener esa placentera sensación que me invade el cuerpo entero al sentir como su mirada me traspasa.

—N-no, no pasa nada —digo titubeante.

Mentirosa.

Vale, estoy preocupada. Toda esta situación me sobrepasa. ¿Pero qué puedo hacer? No voy a fingir que todo está bien, porque tanto Dylan como yo sabemos que eso no es cierto.

—Eres mala mintiendo —me acusa con una ligera sonrisa en los labios.

—No estoy mintiendo —intento sonar segura, pero fracaso estrepitosamente. Además, mi mirada busca el suelo automáticamente para no tener que verlo a los ojos cuando suelto semejante farsa.

—Sí, lo haces. Desvías la mirada, te sonrojas y retuerces tus manos con nerviosismo —murmura, analizándome desde su posición—. Te conozco mejor de lo que crees.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloDove le storie prendono vita. Scoprilo ora