XIX

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La realidad y la fantasía han decidido mezclarse nuevamente, sorprendiéndome de una forma poco usual. Dylan y Aristeo. Los dos hombres que ocupan sus respectivos lugares en mi corazón, están frente a frente en este preciso momento, aunque no es necesario aclarar quien es el que tiene... privilegios. Y está de más decir que me siento por demás de incómoda. Definitivamente una cosa como esta jamás se me había pasado por la cabeza antes.

Me es inevitable compararlos a ambos ahora que los tengo delante. Que decir, Dylan siempre opacará a cualquiera, su belleza es de otro mundo, literalmente.
Le saca por lo menos unos cinco centímetros de más a Aristeo. La contextura corporal de ambos es muy parecida, pero Dylan, a mi parecer, es un poco más ancho de hombros. Y en cuanto musculatura, bueno, él tiene otro tipo de entrenamiento que le ha moldeado unos fuertes brazos y un torso firme. No obstante, Aristeo tampoco tiene mucho que envidiarle, él también goza de un buen porte. A veces me resulta extraño verlo vestido con otra ropa que no sea su uniforme médico, como ahora.

Aristeo es incapaz de despegar los ojos de Dylan. Con la mandíbula ligeramente abierta, luce por demás de sorprendido.

—Tú... tú eres... —balbucea turbado, sin dejar de ver al chico de ojos de grises que sigue parado justo detrás de mí.

Puedo sentir la tensión que emana el cuerpo de Dylan. Está claro que esta situación no le gusta en absoluto. Si ya de por sí pronunciar el nombre de Aristeo le mosqueaba, tenerlo delante ni te cuento.

—Dylan —responde con voz grave a mis espaldas.

Enseguida me doy cuenta de algo más. Entre aquel confuso revoltijo de sentimientos que experimenta, soy capaz de percibir cuan ofendido se siente porque Aristeo se haya atrevido a ingresar a este mundo, su mundo. El asunto es que tampoco entiende cual fue el motivo porque estamos ahora todos aquí. Aristeo creía tontamente que me salvaría la vida si me apartaba de las vías del tren, pero si tan solo me hubiese escuchado cuando le intenté explicar... A lo mejor las cosas serían diferentes ahora.

—Es imposible —susurra Aristeo, llevándose las manos a la cabeza.

—Pero creo que ya me conoces —señala Dylan entre dientes.

—Bueno... más de lo que debería —murmura Aristeo, desviando su atención hacia mí por un corto segundo.

—¿Quién eres? —la aguda voz de Penny nos llama la atención a los tres, que giramos la cabeza en su dirección algo sorprendidos.

¡Penny! Casi olvido que también venía con nosotros. Suelto un suspiro de alivio al ver que está bien. Ella regresó al mundo al que pertenece sin ningún problema.

Aristeo frunce el ceño y la mira con expresión enrarecida.

—Aristeo —contesta él como si fuera lo más obvio del mundo.

Ups. Ahora habrá que hacerle entender que ella no es la Penny que él cree que es, sino la del mundo que yo creé.

Penny continúa mirándolo como si de repente estuviera viendo a un alien delante de ella, no, peor aun, una multitud de aliens. Claro, ella no sabe nada de él, en este mundo yo jamás salí con Aristeo, se supone que sigo de novia con Dylan. Dios, esto es un enorme enredo.

Me acerco a ella y me paro en frente suyo para que desvíe la mirada de Aristeo y la pose en mí. Eso hace. Sus ojos están llenos de dudas, no entiende nada, y mucho menos ahora que ha visto a Jill del otro lado. Debe tener miles de preguntas para hacerme, pero este no es el momento. Tendrá que esperar hasta que resuelva el pequeño dilema que tengo a mis espaldas.

—Te explicaré todo luego, ¿vale? Necesito resolver esto antes —le suplico con la mirada.

Ella me observa no muy conforme con mis palabras, sin embargo, termina accediendo.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora