[30]

794 100 99
                                    

Cinco años más tarde...


Tokio había sido su casa durante los últimos cinco años de su vida. Habían tenido la oportunidad de ser estudiantes en la prestigiosa universidad de esta ciudad, la más prestigiosa de todo el continente asiático. Había sido una oportunidad para la excelencia y para la calma. Todo lo que habían buscado, todo lo que habían perseguido mediante insaciable horas de estudio, por fin había tenido su resultado. La universidad las había acogido. De hecho, Tokio en sí, las acogió con los brazos abiertos y amplias sonrisas.

Habían empezado a sentir como un hogar a la capital japonesa. Pero todo debía terminar. Ellas ya no estaban más en la universidad y, pese a tener grandes oportunidades allí. Corea estaba llamándolas de nuevo. Era tiempo de volver a sus casas, con su familia. O al menos, eso era lo que había dicho aquel absurdo correo que había recibido Chaewon. Su familia exigía su presencia en la casa familiar. La de ella y la de todas sus amigas.

Confundidas, habían empacado todas sus cosas en cuestión de horas. No habían conseguido reservar vuelo hasta el fin de semana, así que podían aprovechar para despedirse de todas las personas a las que habían conocido.

Chaewon fue a visitar a su amiga Hitomi. En realidad, durante mucho tiempo, Hitomi y ella fueron mucho más que simples amigas. Sin embargo, la familia de Hitomi era muy conservadora y chapada a la antigua. Ambas tuvieron que separarse cuando las citas a ciega, en busca de su futuro esposo terminaron. Aunque, de alguna manera, habían conseguido mantener una brillante amistad. Hitomi había sido la persona más significativa en la vida en Japón de Chaewon. Siempre habían estado juntas, en todo.

Por su parte, Ryujin y Chuu fueron a pasear por allí, tranquilamente. Iban a echar de menos los paisajes que Tokio les regalaba. No es que Seúl no fuera de su agrado, pero Tokio, era diferente. Además, ellas habían podido visitar tantos lugares. Las cuatro habían viajado juntas todo lo que habían podido, yendo a todos los lugares que se les ocurriera. Perdiéndose en las calles menos conocidas y encontrando la libertad entre miles de personas que no conocían. Japón había sido una nueva experiencia. Una que las había marcado para siempre.

Aunque no había podido cambiar el corazón de ninguna de ellas. Ryujin y Chuu sentían que siempre pertenecerían a alguien. No importaba cuánta gente conocieran. Sus corazones parecían solo pensar en aquellas dos chicas. Personas que habían dejado atrás en Corea bajo la premisa de no volverlas a ver.

Finalmente, Soojin se había quedado en la casa, observando las habitaciones vacías. Su casera, Sana, había sido una joven agradable, que siempre las había animado y apoyado con todo. Estaban agradecidas por haber tenido suerte. Además, Sana les había presentado a su hermano, Yuta.

Escuchó la puerta de la entrada abrirse. No le tomó importancia. Sabía quién era. Ella misma le había dicho que viniera. Él tenía una copia de la llave. Casi nunca la usaba, pero hoy Soojin le había pedido que lo hiciera.

Sintió unos fuertes brazos abrazarla. El cuerpo contraria se pegó a su espalda y el chico apoyó su barbilla en el hombro ajeno.

- Entonces, ¿os vais? - preguntó él.

Soojin no había querido decir nada. Pero Sana no había sido tan enigmática como ella. En cuanto supo la noticia de que las chicas abandonarían en breve el país para volver a Corea, habló con su familia. Yuta había sido el más afectado por la noticia y es que, después de un tiempo de cortejo, por fin había conseguido que Soojin lo aceptase. Era como si la vida jugase en su contra.

Notó como ella asentía, incapaz de decir nada.

- ¿Por qué? - susurró. Su voz sonaba distante, como si preguntase, pero no quisiera saber.

bad, bad girl [SooHua]Where stories live. Discover now