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Tan solo una persona se había atrevido a acercarse a su puesto. Al comienzo del día, un joven estudiante se había acercado para probar algo sobre sí misma. O al menos, eso había sido lo que había dicho. Si era sincera, Soojin no pudo estar menos interesada en ella. Se había dedicado a indicarle donde debía dejar el dinero. La pequeña pecera se había mantenido intacta desde aquel momento. Un solo billete que parecía burlarse de ella.

Al contrario que Ryujin. No podía evitar compadecer a su amiga. Se veía agobiada y agotada, a partes iguales. Se había pasado todo el día recibiendo beso tras beso. Sus peceras se habían ido llenando una tras otra, sin descanso. La cola parecía nunca tener fin. Al menos, una vez que cerrara el puesto, su amiga podría obtener la paz que se merecía.

Cuando ya estaban a punto de recoger, Soojin pudo observar a su compañera china levantarse de su asiento. Lo había hecho con calma, como si estuviera debatiendo si era una buena idea o no. Su puesto llevaba bastante tiempo sin ser visitado, así que supuso que estaría tratando de estirar las piernas, o relajar su cuerpo, o incluso escaquearse de los últimos rezagados que sintieran curiosidad por robarle un beso. No había sido excesivamente popular, pero había tenido bastante más billetes que ella.

Suspiró, mirando de reojo la hora. Era muy extraño que decidiese tomarse un descanso en esos momentos. No tenía sentido un descanso a esa hora, no cuando apenas quedaban unos minutos para cerrar. Siguió cada uno de sus pasos. La elegancia en sus movimientos la hacía recordar a un cisne, bello y ligero. Con su cuello alzado y su mirada brillante, aunque más que elegancia, esta trasmitía la picardía de quien está a punto de realizar una travesura. Soojin la observó con detenimiento. Una parte de ella envidiaba su libertad, la otra envidiaba su porte, tan grácil y femenina. A ella le hubiera gustado ser como un cisne, pero del destino no había estado de su parte.

— ¡Hola! —exclamó Shuhua una vez que se paró frente al puesto de Soojin. Esta solo la miró con una ceja alzada. No entendía cuál era la intención de aquella chica, pero empezaba a preocuparle—. Eres la que menos ha recaudado, así que... voy a pagar por un beso tuyo —comentó con una sonrisa. La inocencia parecía desbordar de ella, pero Soojin podía ver sus ojos. Ese brillo que la delataba.

Aquello debía ser una broma. Una tan mala que había alterado cada parte de su cuerpo. Suspiró. Solo era una chica más, una simple compañera de intercambio. Debía convencerse de que no tenía nada de especial. No debería tenerlo de todas formas. No era la primera chica que besaba, tampoco pretendía que fuera la última. Aceptó el dinero, y aunque no entendió la razón de que pagase casi el triple, no se molestó en cuestionar su decisión.

Se acercó a la contraria, pero antes de poder cortar la distancia, se vio sorprendida por los suaves labios de la china. Sus ojos se abrieron ante la sorpresa, pero tras sentir el suave movimiento que empezaba a hacer la contraria, los volvió a cerrar. Correspondió el beso, dejándose llevar por aquel suave cosquilleo que estaba provocando en ella. Se sentía bien. Era un beso tranquilo, dos bocas que se movían la una contra la otra con cuidado. 

Casi sintió la necesidad de buscar más contacto, de que su lengua explorase la boca ajena. Casi intentó hacer que aquel suave y delicado beso, se tornara en un beso más profundo. Casi. Porque esa necesidad, esos pensamientos consiguieron alertar a todos sus sentidos. Su cuerpo se tensó y su mente despertó de esa borrosa nube que parecía haberla confundido.

 Se alejó de la contraria de golpe, abruptamente. La observó durante apenas unos segundos. Las mejillas de la chica se habían avivado, bañándose de un tono rosado tan potente que casi alzó la mano para tocarlas. No pudo evitar pensar que se veía adorable así. Con los ojos brillantes, con las mejillas encendidas. Pero no debía hacerlo, no podía. Se reprendió a sí misma. Aquello la estaba volviendo loca.

bad, bad girl [SooHua]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin