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Había tenido suficiente, y se negaba a seguir así. Un camino lleno de amargura, de soledad, de miedo. Desde pequeña había estado acostumbrada a ser una persona que destacaba por sus rarezas. Alguien atípico que nunca reaccionaba como los demás esperaban. Solían llamarlo "adorable", porque en la infancia todo es bonito. Ser diferente no es malo... hasta una edad. No podía soportar su nueva realidad, ya había tenido suficiente de esta. Creía que podría hacerlo, juraba haberlo intentado todo lo posible, pero ya no podía más. La situación la había superado, se lo habían demostrado por fin. No era lo suficientemente fuerte, no era lo suficientemente racional, no era lo suficientemente inteligente. No era suficiente. Al fin lo sabía, y quizás ahora pudiera alcanzar la paz soñada, una lejana, casi imaginada. Una paz que no era real para una persona como ella.

Había querido ser genuina. Había querido confiar en palabras de amor que ahora veía tan vacías. Había amado, como nunca pensó que lo haría. Pero había amado equivocadamente, con tanta fiereza, con tanta sinceridad, con tanta intensidad. Había sido una tonta, se había dejado engañar por promesas llenas de un rencor que ni siquiera recaía sobre ella. Se había visto en medio de un campo de batalla, y una bala perdida la había herido en lo más profundo. Había atravesado su pecho poco a poco, y se había clavado en su corazón. Amar había significado ser ingenua. La esperanza de que sus sentimientos fueran correspondidos había provocado que soñase con un "nosotras" que nunca llegaría, un "nosotras" que pese a ser a escondidas, significase el mundo. Sus pensamientos le daban la seguridad que necesitaba para soñar, para sentir, para convencerse de que con eso sería suficiente. Que ella no era un juego, y que aquello estaba bien, porque amar era algo bueno. Siempre decían que la vida sin amor no es vida, pero ella se sentía muerta en vida ahora. El amor la había atado a una tortura mayor, una que la rompía cada vez más. Ya ni siquiera las flores podían arreglar el intenso dolor. Los tulipanes no la entusiasmaban, ya no significaban nada. Incluso el nuevo que llevaba en su mano parecía haberse empezado a marchitar nada más entrar en contacto con su piel. Había amado, había soñado, había creído, se había ilusionado. Y se había roto, se había lastimado, había amado con tanta intensidad que ahora odiaba a su amada. Pero no importaba, porque pronto se iría, pronto todo terminaría.

Esperaba que los tulipanes que la acompañasen en esa nueva travesía no se marchitasen, sino que se quedasen frescos, como el recuerdo de la niña feliz que alguna vez fue. Ella ya no la recordaba, tampoco se asociaba a sí misma una sonrisa que no fuera falsa, pero sabía que en algún momento la había sentido de verdad. Hubo un entonces en el que supo cómo se sentía la felicidad, pero sus recuerdos se habían oscurecido, y en la lejanía el sentimiento se había desvanecido, sepultado por el dolor, la tristeza, el miedo y el odio.

Sus manos temblaban, sabiéndose responsables de la decisión que estaba tomando. No le importó cuánto hiciera su cuerpo por impedir lo que su mente le ordenaba. Si temblaba, si no lo hacía, no iba a ser significativo. Solo necesitaba aplicar la fuerza suficiente, una vez hecho eso, lo demás debería ser más sencillo. Su mente cada vez era más frágil, más delicada, mientras su mundo se volvía tan pesado que no podía seguir cargando con él. El final estaba a un suspiro de distancia, un momento convertido en el infinito de una vida. Esperaba que fuera cierto el volver a verlo todo. Quizás, antes de irse, podría verse feliz una última vez. O a lo mejor le tocaría experimentar esos primeros momentos del enamoramiento. Ambos le parecían momentos mágicos, aunque la hubieran condenado.

Observó cómo de su muñeca derecha comenzaba a caer abundantes ríos de sangre. Ardía, y era desagradable. Nunca había odiado tanto el color rojo en su vida. Era incluso más llamativo sobre el pálido de su piel. Sin embargo, el dolor físico no se comparaba con lo que llevaba dentro. Ese agujero negro que absorbía todas las emociones positivas, drenando todo lo que alguna vez le importó. Quiso suspirar, pero no estaba segura de haberlo conseguido. Sus ojos se llenaron de lágrimas, inundaron su rostro por completo. Cada una de ella por los momentos felices, por las personas importantes.

bad, bad girl [SooHua]Where stories live. Discover now