Capítulo 4: Los Cazafantasmas

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Después de desayunar caminé con una sonrisa hacia la cabaña donde se encontraban mis amigos, ya había firmado la solicitud y había sido aprobada por la directora, así que ahora tenía vía libre para unirme al club. Esto fue un gran revuelo entre los estudiantes ya que nunca una chica se había unido a un club de chicos, algunos me miraban impresionados y otros como si estuviera loca, pero la verdad es que no me importaba sus opiniones.

–Buenos días, nueva integrante. –sonrió Zac abrazándome con cariño. –¿Estás preparada para lo paranormal?

–Eso creo. –reí divertida.

–Bien. Hoy es domingo así que podemos ir a explorar la casa de los Morgan.

–¿Esa casa cual es?

–Se dice que en esa casa murió su primer dueño y desde entonces nadie la ha comprado, todo el que la compraba e intentaba arreglarla al final desistía ya que decían que oían voces y ruidos extraños. Ahora está abandonada, y es el lugar perfecto para nuestra primera actividad como club. –me explicó Max emocionado.

Zac me entregó un mono de trabajo de color blanco, unos guantes negros y unas zapatillas negras. Al ponérmelo me di cuenta de que en la espalda tenía como loco un pulpo con dos corazones en vede ojos, y debajo del pulpo estaba escrito Sepi, el nombre del club.

–¿Por qué nuestro logo es un pulpo? –le pregunté a los chicos.

–Me gustan los pulpos. –Zac se encogió de hombros con una sonrisa.

La casa estaba a media hora del internado caminando por un sendero que había en el bosque, las profesoras sabían donde íbamos a estar con lo que nos fuimos sin problemas. Mientras más caminábamos más calor me daba este uniforme que teníamos del club, pero no quería parecer desagradecida ya que lo había hecho la tía de Zac.

A la media hora llegamos a la puerta de la casa. Era una mansión bastante antigua por la estructura que tenía, sus cristales estaban rotos y la madera se notaba desgastada. Entramos en lo que parecía ser el jardín, aunque ahora estaba lleno de matorrales, malas hiervas y el estanque que tenía el agua estaba verde.

Rodeamos la mansión esperando encontrar una entrada al interior y la única zona que encontramos fue la del garaje, donde una de las puertas estaba abierta. Nada más entrar notamos olor a humedad y a polvo, en el interior del garaje habían dos puertas abiertas, una parecía ir al sótano mientras que la otra iba al interior de la casa.

–¿Nos separamos? –pregunté a mis amigos.

–Mejor permanecemos juntos, no quiero que nos perdamos en la casa. –dijo Max a mi lado.

Entramos al interior de la casa donde el suelo comenzaba a chirriar con cada paso que dábamos, además podíamos ver murciélagos colgados en las vigas, las cuales también tenían telarañas. Zac iba el primero, luego iba yo y Max iba detrás de mí. Estuvimos un rato investigando la casa cuando nos dimos que habíamos perdido a Max en algún momento.

–¿Max? –llamé preocupada. –¿Dónde está? Estaba detrás de mí hasta hace nada.

–Ni idea, será mejor retroceder.

Iba a decir algo cuando escuchamos el grito de nuestro amigo que venía desde la planta principal, bajamos las escaleras corriendo y fuimos hasta donde lo escuchábamos gritar. Nada más llegar vimos a nuestro amigo en el suelo y enfrente de él había una chica de nuestra edad. La chica era rubia, su flequillo estaba tintado de color azul y le tapaba el ojo derecho, dejando solo a la vista su ojo izquierdo. Y su coleta estaba teñida de rosa, vestía con unos vaqueros cortos, una camiseta blanca con el estampado de una estrella y unas zapatillas de deporte.

Mi Vida, Mis Reglas [#1 Hill]Where stories live. Discover now