Capítulo Veinticinco

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No podía negar lo mucho que había extrañado estar entre sus brazos. A cada segundo me daba cuenta, que no sólo quería a Dylan, lo amaba. Y estaba completamente segura de ello.

Me dolía estar cerca de él, abrazados, después de todo lo que pasó. Me gustaría por un instante, retroceder el tiempo, y detenernos justo en el momento, en el cuál estuvimos en la que era nuestra habitación, juntos.

El abrazo se había extendido más de lo previsto, por lo que llegó lo inevitable. Nos separamos.

—Lo besaste.

Escuché su voz, apenas estuvimos alejados.

El frío viento de la noche golpeaba nuestros cuerpos sin pudor, me abracé a mi misma en un intento por darme calor. Dylan al verme, se quito su chaqueta, extendiendola hacía mí.

Dude en tomarla, porque por alguna razón no se sentía del todo correcto. Terminé por tomarla, pasándola por mi cuerpo lentamente. Al instante que la tuve puesta, pude sentir calidez, en conjunto con su aroma.

Observé su rostro sin saber muy bien que decir, pues esa era la única verdad, lo había besado. Y aunque había sido por simple impulso, de haberle visto a él con otra chica, él no tenía por qué enterarse.

Lo quería, si. Lo amaba, también. Pero no quería regresar con él. Él no me lo estaba pidiendo, claro está, pero yo tampoco quería hacerlo.

Los dos, estábamos demasiado rotos como para juntarnos.. Para estos momentos simplemente no encajariamos.

—Lo siento Dylan.

Él asintió apenas me escuchó, entendiendo mis palabras de la manera que yo quería, pero en absoluto, de la manera que me sentía.

Le había hecho pensar que lo había besado por puro placer.

—¿Vais en serio?

—No, solo nos estamos conociendo.

Él sonrió sin gracia, mirando a su costado.

—¿Y tú con la chica? —Murmure.

Repentinamente el frío de la noche, se convirtió en pequeñas gotas de lluvias.

—Solo es eso Mad, una chica.

—Yo también era una chica.

—No. Tú no te comparas con nadie.—Murmuró con los ojos puestos en mí.—Eres tú, y eso nadie lo supera.

Lleve mi vista hasta la calle vacía.

Me dolían sus palabras, por lo que no podía seguir escuchándolo, eso era masoquismo por mi parte. Estar donde duele el corazón.

—Dylan..

Él me detuvo al momento, interrumpiendo lo que yo tenía por decirle.

—Aunque estés conociendo a alguien más, lo más cierto que tengo por decirte hoy, es lo mucho que la distancia me hizo valorar cada detalle de tu presencia.

Sentí mis ojos escocer al escucharle. Pero no podía pasarme la vida llorando por las mismas razones. Necesitaba centrarme, y aceptar la realidad.

—No es necesario que me digas eso. No ahora.

—Estoy seguro que si lo es. Después de haberlo dejalo, como lo hice.

Frustrada de escuchar sus palabras, me decidí a ponerle fin a la conservación.

—Es entendible, después de todo ninguno de los dos estaba preparado para el amor.

Él miró a su izquierda, justo cuando se escucharon pasos acercándose, pero al instante, regresó la mirada hacía mí.

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