Capítulo siete

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Ya era pasada la medianoche, por lo que preferí no avisar a mis padre e irme, mientras estuviera de vuelta antes del amanecer, todo estaría bien, nadie se daría cuenta de nada.

Al estar lista, tomé mi celular y las llaves de casa, saliendo de mi habitación. Pronto recibí un mensaje de Dylan en el cuál me decía que ya estaba fuera esperando a por mí. Abrí la puerta de casa con el mayor silencio que pude lograr, subiendo pronto al auto del ojiazul.

Lo primero que sentí fue su tentadora mirada sobre mí, más sin embargo, no me recorrió con la mirada como salía hacerlo; y como a mi me gustaba que lo hiciera.

Yo si que lo hice con él, y no pudo gustarme más su atuendo. Que va, ningún atuendo. Era simplemente su puto cuerpo.

—Vas hermosa.

Le sonreí mordiendo mi labio inferior, siempre lo hacía cuando quería provocarle, y casi siempre lo lograba. Hoy no. Él al instante desvió la mirada al camino.

En un silencio absoluto llegamos al club. Madre mía, en lo que llevaba conociendo a Dylan nunca nos habíamos quedado en silencio, ni siquiera cuando teníamos sexo —Menos que menos.— Pero hoy, estaba como en otro planeta. Sin duda, aquí conmigo no estaba, que se los digo yo.

Cuando estacionó, al unísono bajamos del auto. Caminando rápidamente dentro del club, pues por fuera estaba muy solitario todo.

La música era ensordecedora, la gente ya estaba un poco más animada que de costumbre. Todos bailando, besuqueandose como quién esta en su habitación, bueno era comprensible, ya era pasada la media noche. Todo mundo tenía tragos demás.

Con Dylan nos acercamos a la barra, donde una chica nos atendió, sirviendo para nosotros dos tragos dobles. Jooooder.

—¿Con que excusa venimos a un club a estas horas de la noche?

El tomó su trago, haciendo una mueca en el proceso.

—Quería despejar mi mente, y por alguna razón, sabía que tú no me dirías que no.

Sostuve mi trago a la altura de sus labios, con la intención de picarle un poco.

—Nunca le diría que no a tragos gratis.

El sonrió, pero de nuevo, parecía no tener ganas de coquetear conmigo. Ni ganas de estar conmigo, digo.

—¿Me dirás ya qué te pasa o, estamos jugando a que yo me lo adivino solita?

Dylan pidió otro trago, el cuál tomó al instante, si seguíamos en éste paso iba a tener que llevarlo en mi hombro.

Él me miró, y hizo lo último que pensé que haría en un momento así; Me besó.

—Necesito estar contigo. —Murmuró contra mis labios.

Podía sentir el desespero en sus palabras, podía sentir que de verdad necesitaba estar con alguien, y yo estaría con él, pero no de la manera que él quería. Yo cuando estaba con un hombre era por deseo de ambos, Dylan a lo lejos se podía notar que quería desahogarse, y quizás, está era la única manera que conocía.

Eso sí qué daba pena y dolor, la única manera de desahogarse que conocía él, era el sexo. ¿Por qué razón? No tenía apego a nadie, con sus padres, desde luego no lo haría.

—¿Qué pasa Dylan?

—No me pasa nada, solo quiero estar contigo. ¿Quieres ir a otro lugar, es eso?

El tomó otro trago que había ordenado, de un tirón.

—Podemos hablar, si es lo que quieres. Aquí o donde tu quieras.—Al decirle aquello, tomé su mano.

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