Intermisión 3: Craig y el Primogénito de Oro (Parte 13)

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La transición fue sorpresivamente rápida. Craig, ya sobrecogido por la opulencia de su habitación en la residencia anexa, se vio acobijado por una habitación casi el doble de grande, con un baño más amplio y su propio estudio. En ese lado de la mansión, no se escuchaba mucho aparte del sonido de los autos al ir y venir, de manera muy distante. Craig no quería disfrutar de lo que ser la sombra de Henry implicaba, pero mentiría si dijese que avanzar no le traía un cierto sentimiento de victoria.

Inmediatamente después de la orden, Fester anunció que tomaría el té en el bungalow junto a la piscina, acompañado de Myska y una Olivia muy confundida por los sucesos recientes. Esta era, tácitamente, una manera de decirle a Craig que debería lidiar con sus propias cosas por su cuenta, sin la ayuda de Ian y Dominic, quienes estarían en el bungalow pendientes de su jefe, ni de Brett y Marvin, quienes se ocupaban del plan de estudios y de Vinny, respectivamente.

Fester no podía anticipar, sin embargo, que Vinny se escabulliría del agarre de Marvin, y que Henry se negaría a beber el té con sus padres y Myska. Ambos chicos Melville ayudaron a Craig a mover todas las pertenencias que había acumulado en esos meses a su nueva habitación, apenas aspirada y limpiada para su ocupación.

Vinny tomó el cobertor que Ian había traído para la cama y empezó a luchar con él, aunque todos sabían que de ninguna manera lograría arreglar la cama por su cuenta. Lo dejaron ser, y se movieron al armario, organizando la ropa de Craig.

—Vas a necesitar más ropa formal —Henry dijo, acomodando la chaqueta de Craig en un costado del armario—. Sé cuanto lo odiaste la última vez, y hoy lo odiarás más. Tendrás que usar corbatas, Craig. ¿Te lo imaginas? Ahora, como yo, vas a ser un maldito maniquí.

—Estás hablando como si esta fuese la peor tragedia que jamás has visto —Craig rió un poco, al tiempo que guardaba el sobre con la información de toda su vida en una gaveta.

—Quizá eso es lo que creo —Henry respondió.

—Bueno —Craig regresó al lado del chico—. Veamos qué tal nos va durante los próximos meses y luego lo decidimos, ¿te parece?

Antes de que Henry pudiese responder, Vinny se quitó los zapatos para subir a la cama y dio un par de saltos tentativos sobre el colchón.

—Vinny, no —Henry le advirtió—. Es la cama de Craig. No puedes saltar en ella.

—Aw —Vinny dijo, y regresó a su tarea de encontrarle forma al cobertor. Lanzó las almohadas al piso para tener más espacio.

—Le has dado a Fester un poder increíble —Henry suspiró en dirección de Craig—. Ahora él sabe que no soportaré que te hagan daño.

—No creo que sea tan drástico —Craig terminó de ordenar sus zapatos y se dirigió hacia Vinny para ayudarle—. Bastará con formular una estrategia, un plan de ataque.

—¿A quién estamos atacando? —Vinny bajó de la cama.

—Oh, todavía no te lo puedo decir —Henry tomó a su hermanito y lo cargó sobre su hombro como a un saco de granos—. ¿Prométeme que serás bueno con Craig, sin importar lo que Fester diga?

—De acuerdo —Vinny se soltó y fue, esta vez, hacia las almohadas en el piso—. Pero si se va a quedar con nosotros, necesita aprender a nadar.

—¿Y tú vas a enseñarme cómo hacerlo? —Craig preguntó. Vinny se lo pensó.

—Puedo intentarlo —dijo al final.

Henry le dio un trapo a su hermanito y le abrió la puerta del estudio.

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