II (Parte 2) - Sobre Ansiedad e Impaciencia

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El resto de la semana transcurrió de manera similar, con Dominic dando vueltas con Fester, Craig trabajando desde casa, e Ian cuidando de todos. Vinny no pudo encontrar a Scott de nuevo, pero estaba empecinado aún en conocer cada uno de sus escondites. Hacia el final de la semana había cambiado de enfoque y estaba ansioso por tener otra práctica con Craig de cara a su próxima pelea. Bajó el sábado por la mañana con intención de tomar el desayuno y se detuvo en seco al ver a Olivia sentada, comiendo, con Margaret de pie a su lado. Ella apenas y reparó en su presencia.

—¿Qué haces aquí?

Ella alzó una ceja. —¿Necesito autorización para visitar mi propia casa?

Ian salió por el pasillo sosteniendo una bandeja con el desayuno. Vio a Olivia y Vinny tensos, y pareció debatirse rápidamente en busca de una manera de intervenir. Vaciló un momento antes de dirigirse al chico. —Uh, joven Vincent. Su desayuno.

Nadie le hizo caso a excepción de Margaret, quien lo acuchillaba con la mirada.

—Toma asiento, Vincent. El mayordomo ha traído tu comida.

Vinny bufó. —No, gracias. Comeré en la cocina.

Olivia dejó su taza sobre la mesa con más fuerza de la necesaria, derramando un poco de café. —¡Vincent! Siéntate. Comerás donde se debe. Además, ¿dónde está tu padre? Él debería estar aquí también.

—Me lo preguntas como si yo debiera saberlo —contestó el chico, mirando a la mujer con desprecio. Se giró hacia Ian—. Vamos.

Esta vez Olivia se puso de pie. —No dejaré que hagas eso mientras estoy yo aquí. Te prohíbo que comas con la servidumbre. ¡Nosotros no entramos en la cocina, Vincent!

—No tienes derecho a prohibirme nada. Solo quiero mejor compañía mientras como.

—La servidumbre no es compañía.

Vinny señaló a Margaret, quien buscaba una manera de interrumpir para limpiar el café de la mesa. —¿Entonces por qué ella está aquí contigo?

Olivia respondió, impasible: —Para que me sirva, por supuesto. Nos hemos quedado con dos míseros mayordomos que ya ni siquiera saben su lugar. Solo porque Fester no quiera más empleados no significa que tenga que someterme a este pésimo servicio.

Margaret alzó la barbilla, como si las palabras de desdén de Olivia para los demás empleados estuviesen dignificándola. Ian mantenía la mirada baja, esperando el resultado del intercambio. Reparó en unos pasos que iban acercándose y cuando levantó la cabeza vio a Craig bajo el umbral, asimilando la situación de inmediato.

—Ah —empezó el tutor en tono neutral, acercándose a Olivia—; si gusta, yo puedo comer con usted para que no esté sola en la mesa.

Olivia le fulminó con la mirada. Se apartó el cabello de la sien, acomodando el mechón lacio tras su oreja. —Tendré que decirte que no, Memphis. Sabes que tú estás más cerca de la servidumbre que de nosotros.

Vinny no lo soportó más. Corrió hasta la cocina, seguido por Ian, quien se disculpaba una y otra vez mientras caminaba balanceando la bandeja en sus manos. Craig se quedó de pie, atrapado un duelo silencioso con la señora de Melville. Metió las manos en sus bolsillos y se dirigió tranquilamente tras su pupilo. La mujer no le dijo nada más; le pidió a Margaret que le sirvieran más café, y Craig no se quedó para escuchar el resto.

En la cocina, Ian preparaba un segundo plato. Había desocupado la isleta al centro para que Vinny pudiera sentarse en un banco y comer. El chico serruchaba pedazos de jamón como si quisiera partir el plato por la mitad, y le hizo un gesto a su tutor para que se sentase frente a él. Craig obedeció.

Escrito en el AsfaltoWhere stories live. Discover now