Escrito en el Asfalto

XVIII (Parte 3) - Sobre la Nueva Corona Invisible

Cuando Scott y Vinny aprendieron a sentir el ir y venir de los guardias sobre el piso, creyeron que eso les daría alguna especie de seguridad. La rutina de las semanas pasadas estaba tallada en sus memorias con amplio detalle, y los chicos se dedicaban libremente a compartir caricias y besos mientras sabían con certeza que nadie se acercaría para encontrarlos. Sin embargo, su mayor error era creer que había lugar para sentirse seguros mientras eran prisioneros. Luego de convertirse en regulares del coliseo, todo sentido de certidumbre desapareció junto con su vieja rutina, dejándolos en un limbo ennervante.

Hacía ya un par de días que los guardias no aparecían a la hora de la limpieza del ring. Scott inmediatamente pensó que algo andaba mal, su cuerpo tensado como si estuviese esperando un combate, mientras que Vinny hacía lo posible por mantener la calma. Ambos guardaban cierta distancia entre sí, en caso de que los guardias reaparecieran de manera repentina. Durante dos días, los chicos apenas y vieron la luz cuando los guardias lanzaban sus raciones de comida dentro de la celda, o los conducían al pasillo de los baños improvisados y la clínica para revisiones de heridas menores.

Quizá deberían estar agradecidos, pero el aire tenso del lugar parecía indicar lo contrario. Algo estaba a punto de ocurrir, un nuevo problema al que no se habían enfrentado antes, y la espera se les hacía insoportable.

—¿Crees que somos los únicos? —preguntó Scott, su mirada fija en las ranuras que rodeaban la puerta metálica sobre ellos.

—No lo sé —Vinny dijo con un suspiro—. Digo, es extraño, sí, pero también puedes verlo de otra manera.

—¿De qué manera?

—Pues, en todo el tiempo que llevamos aquí nunca he visto a uno de los veteranos unírsenos para la limpieza. Supongo que ellos... Bueno, nosotros, tendremos una tarea diferente.

La idea de hacer algo que no fuese lavar sangre y recoger basura era agradable, pero tanto Scott como Vinny estaban en un profundo estado de alerta, constantemente imaginándose los peores escenarios para así estar preparados ante cualquier amenaza. "Diferente" para ellos abría la puerta a demasiadas posibilidades malas. Al fin y al cabo, Brutus era el tipo de hombre que explotaría a su mercancía de todas las maneras posibles sin importarle las consecuencias.

La hora de la comida llegó antes de cualquier otra intervención de los guardias. Debía ser ya mediodía cuando los chicos recibieron sus sándwiches, agua, y les fue ordenado que se mantuviesen al pendiente.

—Si no aprenden rápido, no sirven —dijo uno de los guardias antes de cerrar la puerta con un estruendo. Scott supo que la deducción de Vinny estaba en lo cierto, y lo único que podían hacer era rogar que su nueva tarea no fuese demasiado brutal. Se suponía que entre más tiempo sobrevivían allí, más fuertes eran para los organizadores de los eventos, y si su fuerza era sobreestimada las consecuencias serían desastrosas.

Creyeron que deberían esperar un buen tiempo, pero los guardias regresaron luego de unos cuantos minutos. Scott observó cómo los tipos halaban a Vinny con demasiada fuerza, lanzándolo al suelo una vez el chico estuvo fuera. Pretendieron ayudarlo a ponerse de pie, pero en verdad solo querían jugar con él. Irritado, Scott aprovechó la distracción de los guardias y salió por su cuenta en un solo salto, rodando sobre su espalda y asumiendo una posición hóstil. A pesar de su agilidad, el golpe de la luz sobre sus ojos le hizo fruncir el ceño con gran incomodidad, y deseó con todas sus fuerzas poder adaptarse más rápido.

—Dejen de jugar —dijo una voz desde el otro lado de la estancia. Los guardias, que estaban riendo mientras jaloneaban a Vinny, soltaron al chico y retomaron su actitud seria. Uno de ellos tomó a Vinny y otro atrapó las manos de Scott, procediendo a esposarlos. Los chicos fueron puestos de pie y se encontraron con el jefe de guardias, Julek, supervisando la habitación de las prisiones.