I (Parte 3) - Sobre Coincidencias Favorables

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-Listo. Sé un buen chico -dijo Dominic, volteando hacia Vinny, quien solo abrió la puerta.

-Ya, ya. Siempre lo soy -Vinny respondió, y ambos adultos hicieron una mueca de incredulidad al escucharlo.

-No -intervino Craig, con firmeza suficiente para que su pupilo se detuviera-. Es en serio. Pórtate bien. Conoces las consecuencias.

Vinny vaciló unos segundos. -De acuerdo. Solo investigaré un poco, como te dije. No te preocupes... -observó a Dominic-. No se preocupen. Nos veremos en la tarde.

Salió del auto. Sintió de inmediato los ojos de los otros estudiantes sobre él, y frunció el ceño. Se dio un momento para adoptar de nuevo su imagen pública y escuchó el motor arrancar de nuevo, seguido de la voz de Craig.

-¡Intenta conseguir una foto de tu ídolo! -gritó, burlón. Vinny apresuró el paso maldiciéndolo mentalmente.

Casi nunca llegaba con tanto tiempo de sobra. Usualmente sus seguidores estaban en la escuela al filo de la navaja, por lo que no había razón para pasearse por ahí y someterse al escrutinio de sus compañeros. Solo John Rake llegaba muy antes de clases, pero era por su práctica de béisbol a horarios insanos. Vinny consideró sus opciones, y terminó deambulando por el patio con la mirada perdida en las ramas de los árboles. Se decía a sí mismo que, con suerte, ahora podría reconocer a Scott. Quizá podría verlo a la cara, decirle un par de palabras, dejarle claro el reto. Si alguien era capaz de quitarle el título de invicto, esa persona sería él.

Vinny sonrió para sí mismo. Decidió buscar un buen lugar para divisar a sus seguidores tan pronto entraran, y, por primera vez, escaló un árbol de la escuela. Sus manos terminaron cubiertas de suciedad y casi deja caer su mochila desde lo alto, pero tan pronto se acomodó a lo largo de una rama creyó entender por qué el otro chico disfrutaba de estar ahí. Tenía una clara visión de todo: profesores, estudiantes, conserjes, y todos los que iban entrando por las puertas abiertas. La mejor parte era que nadie podía verlo a él; todo seguía su curso normalmente sin prestarle atención, ninguno de los presentes siquiera pensaría en alzar la mirada, y eso era absolutamente genial.

Miró hacia abajo, hasta el suelo, e hizo una mueca de duda. ¿En verdad había saltado Scott? Y con tanta seguridad, además. Calculó quizá cuatro metros, más que suficiente para torcerse un pie o quebrarse un hueso si se caía torpemente. Era una cosa aprender a caer en un cobertizo, sin mayor presión que la voz firme de Craig diciéndole que está hecho de carne y hueso y no papel y cristal; otra muy diferente sería lanzársele a Lizard Lester sin pensárselo dos veces. El tipo no era más que un esqueleto con pellejo, sin aspecto de poder absorber el impacto de semejante caída, y aún así Scott aterrizó como ave rapaz sobre su presa. Probablemente evidenciaba cuánta práctica tenía, cuántas peleas había en su historial.

Vinny se reacomodó y respiró hondo. Aunque había sido lo más diligente que podía en cuanto a las prácticas con Craig, ahora empezaba a dudar de sus avances. Era una preocupación más que agregar a la pila, que desde ya le imposibilitaba pasar una noche tranquila y dormir de un solo tirón. Hacía menos de diez horas se había encontrado en su cama, en la oscuridad, pensando en las cartas que Olivia había revisado sin su consentimiento, y viendo tras sus párpados los logos de cada universidad burlándose de él. Vinny se arrebujó en su chaqueta, cerró los ojos y dejó que la atmósfera lo atrapara poco a poco: escuchó pájaros, pláticas sin sentido, gritos a lo lejos y autos más lejos aún. Llegó a relajarse como muy pocas veces había podido, ajeno a todos los demás, y no podía evitar sonreír mientras su cuerpo todavía tenso por la cena de la noche anterior iba soltándose. Inconscientemente, su cabeza se deslizó hacia un lado, y las manos que había apoyado sobre su regazo se deslizaban también.

Escrito en el AsfaltoOnde histórias criam vida. Descubra agora