Capítulo 8: crisálida.

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Aquel momento en el que Ochako había insistido al rubio por que la dejará quedarse y que este se la haya respondido el abrazo no había quedado en otra cosa más que eso, un momento, uno que apenas y terminó no se dirigieron la palabra.

Katsuki no era una persona de muchas palabras, eso Uraraka lo sabia desde que lo conoció y cualquier persona que se enterara que sufría de una enfermedad mental que no tenía cura alguna seguramente estaría igual que él. Pero después de haberse retirado ese día no había cruzado palabra o siquiera una mirada con el más que para desayunar o algo así.

Ochako trataba de ser comprensible, si ella estuviera en su lugar estaría quizá desconsolada, incapaz de ni siquiera lidiar con la clase de delirios o alucinaciones que la enfermedad suponía, pero Bakugou se había reducido a ser más un ente en su propia casa, desde que ella había llegado por la mañana el estaba así.

La castaña se recostó en el sofá, pensativa.

Quizá los nuevos medicamentos le están afectando.

Pensó con la esperanza de que estuviera mínimamente bien. La noche anterior, al regresar a su apartamento había recibido una serie de mensajes de Momo en los cuales ella mencionaba que el día siguiente iría un médico para retirarle el yeso a Katsuki y además de eso, varias instrucciones en caso de que el rubio pasara por otra crisis de ansiedad, mencionando que debería de sedarlo por su bien y el de ella. Esto último hizo sentir a Ochako una mezcla de sentimientos de rabia y miedo.

Giró su cabeza hacía la estantería llena de figuras del rubio e hileras apretadas de comics e historietas.

Sonrió con ternura y melancolía.

Realmente me hubiera encantado conocerlo mejor antes de todo esto...

En cuanto a Katsuki, estaba en su habitación, con una camiseta holgada y un pants de pijama, leyendo documentales y casos sobre el síndrome de Cotard, en busca de alguna clase de forma de conllevarlo todo, pero solo encontrando casos donde los pacientes terminaban realmente muertos o en peores condiciones.

Jamás creí que moriría dos veces.

Se sentía cohibido de repente, ajeno a todos, enjaulado en su propia mente, quería salir y seguir hablando con Ochako de todo menos de Cotard, pero ¿Qué demonios le diría?

¿Qué se siente respirar sin hacerlo mecánicamente?

Porque a ese punto había llegado su paranoia, parecía que con el hecho de haber recibido su diagnostico también habían aparecido aún más anomalías en su cuerpo, producidas por su mente trastornada.

Para él, había parado de respirar, pero se negaba a morir de verdad, quería mantener una parte de él con vida así que había comenzado a respirar mecánicamente. Si bien, cuando el tema salía de su cabeza, respiraba con naturalidad para él era como si hubiera dejado de hacerlo, entrando en pánico.

Entre otras cosas, había decidido no acercarse a los espejos, por su salud mental, nada más irónico que eso. Trataba de hacerse a la idea de que aquel aroma putrefacto que salía de él mismo no era nada más que cuestión de acostumbrarse, pero fallaba estrepitosamente terminando con arcadas y cubriéndose para evitarlo.

No importaba cuantas veces se repitiera que todo estaba en su cabeza, una pequeña parte de su lógica, que cada vez iba creciendo más y más, le decía que era real. Que realmente estaba muerto y por razones de quien sabe que, el seguía con conciencia.

La sensación de cosquilleo de las larvas ya se había extendido en todo el cuerpo, haciéndolo experimentar espasmos, sacudiéndose la mayor parte del tiempo, en su cabeza, las larvas, en la vida real, nada.

Almost dead. KACCHAKO FF Ochako x KatsukiWhere stories live. Discover now