Veintisiete.

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~.Veintisiete.~

Parte 1.

— Dale, bailemos.—Me dijo Valentín agarrando mis manos, me quejé y me tiré al sillón otra vez, me hizo puchero y se tiró arriba mío mirándome a los ojos.—Hey, ¿Qué pasa?—Preguntó escondiéndose en mi cuello, pasando la punta de su nariz por mi piel y respirando suave, negué con la cabeza mirando al techo.—Dale Juno.

— Nada es q-que...—Susurré tartamudeando, pero después me arrepentí y no quise decir nada.—No, nada.

— Hey dale Junito.—Pidió saliendo de mi cuello, me miró a los ojos tratando de saber lo que me pasaba, pero al no tener respuestas empezó a acariciarme las mejillas.—Sabes que podes decirme cualquier cosa, esta bien si no queres.—Habló tranquilo, tratando de sonar suave.

— ¿Puedo?—Pregunté al aire.

¿Podía?

Esa pregunta rondaba por mi cabeza últimamente, la verdad no sabía, porque yo le contaba todo, pero sabía que él no, y no sabía como preguntarle o decirle lo que sentía en el estómago cada vez que pensaba en las palabras que dijo Victoria cuando intentó explicarme de dónde conocía a Valentín.

— Tuvimos un pasado algo extraño.—Me dijo con una leve sonrisa, y no pude pasar por alto el brillito que se formó en sus ojos, como el brillo que se le había formado a Valentín cuando la vio, todo mi estómago se sentía en coma, literalmente no tenía hambre alguna al recordar sus palabras.

Y me hacía sentir un poco extraña saber que Valentín había tratado de camuflar eso.

¿Camuflar? Mentir.

Esa voz sonó en mi cabeza, como todas las veces que siempre lo veía.

— Junito, ¿Qué pasa?—Preguntó acomodándose mejor arriba mio, apoyó sus codos en el sillón y suspiro.—Hace días noto que cuando te hablo vos salís como a la defensiva.—Habló bajando sus ojos.—¿Dije algo?—Preguntó con pena.

Y es que en serio, no podía sentirme del todo decepcionada de él porque siempre me ponía esa carita de perrito triste, sus ojitos decaídos y ya estaba completamente en sus manos. Y eso era grave, muy grave.

— Perdón Valen, es que... no sé.—Suspire pasando una mano por mi cara, en estos momentos no sabía si preguntar o dejar las cosas como estaban y seguir.

Porque una vez que me empezaba a hacer la cabeza con todo, no tenía derecho a preguntarle una cosa así porque no sé que somos, nos damos besos, actuamos como si fuéramos una pareja cuando nos vemos, pero según él seguimos siendo amigos y eso me hacía querer explotar, sabía que no me tenía que enganchar con alguien llamado Valentín y encima de acuario.

— Estoy triste a veces y me la agarro con vos.—Dije sin mirarlo, asintió con la cabeza y me tomó de las mejillas, pegando nuestras frentes, cerré los ojos disfrutando de ese cosquilleo en mi panza, ese que siempre estaba cuando lo tenía cerca.

De esa emoción en el pecho que no me dejaba respirar casi, y me hacía doler las mejillas de tanto sonreír, pero que ahora tristemente era opacado por esa molestia que sentía en el medio del estómago.

Un gusto amargo.

Agrio, ese sentimiento de que todo iba a cambiar.

Chino ; WosWhere stories live. Discover now