Capítulo Tres: Anuncios Publicitarios

6.7K 503 108
                                    

Capítulo Tres

Diana 2010:

Mi muro me observaba fijamente. Parecía saber cuán aburrida y ridículamente exhausta en verdad estaba. Estuve escribiendo este guión durante las dos horas pasadas y aún, no tenía nada. Dios perdonara que mi compañera, Rachel ayude. Nunca me ayudó con nuestro show escolar. Tampoco me sorprende especialmente desde que tiene un nuevo novio. Su nombre es Jake. Esta en octavo grado y ahora es la mejor cosa en el mundo para ella.

—Escucha Diana. No lo entiendes. ¿Te das cuentea cuan adelante me llevara esto en la fila para la comida? ¡Puedo ser popular! Digo ¡tú también puedes porque eres mi amiga! ¿No sería eso estupendo? Desde luego ¡ambas necesitamos perder un poco de peso antes de ser populares! ¡Nadie que es gordo lo es!

Eso fue lo que me dijo la última vez que me queje acerca de esto con ella. No tenía sentido para mí, no obstante no soy yo quien dice lo que piensa. Me toma mucho tener el valor para decirle algo a ella. Por supuesto, termino siendo reprimida. Esto no es nada nuevo para mí. Rachel es egoistica. Solamente le importa lo que otros piensan y como luce.

A pesar de que dice que es gorda, en realidad no lo es. De hecho, es completamente lo opuesto; alta y escuálida. Sólo dice eso todo el tiempo para complementarse con los otros. Dice eso en el almuerzo y en los corredores, e incluso con su novio. Cada vez que ella tiene un clamoroso coro de protestas a la cual ella sonríe. Imagínalo.

Nunca habrá nadie que diga eso para mí.

Continué actuando como si esas palabras no me afectaran, aquellas que todavía me gritaban cuando cruzaba el patio de la escuela. Gorda. Obesa. Inútil. Sin embargo, lo hacían profundamente. Esa pequeña chica que acostumbraba a ser tan feliz y despreocupada el último año se fue ahora. Todavía soy yo, pero soy sensata. Ahora soy más realista. No todo el mundo es tan agradable como parecen ser. Tristemente, entendí esto de la manera difícil.

No obstante, una cosa buena es que perdí algo de peso a causa de eso. Aunque no tanto como me hubiera gustado. Me tomo un año entero perder dos kilos y medio. Entonces estaba orgullosa. Ahora, ni siquiera me importa. Eso no detenía los nombres.

— ¡Diana! ¡En verdad tienes que venir para limpiar la sala de estar! —Grita mamá, sacándome de mi trance. Suspirando, cierro la notebook y la meto dentro de mi mochila verde. Estuve a punto de olvidar mi dosis diaria de tareas hogareñas.

— ¡Ya voy mamá! —Grite, dejando mi habitación.

Entrando a la sala, descubrí que no solamente necesitaba un lindo aseo, pero sí un equipo entero para desinfectar el área. Envolturas de comida estaban esparcidas encima del piso de madera. La mochila de mi hermano esta tirada vagamente sobre el sofá, sus letras y artesanías se salían fuera de los bolsillos abiertos. No ayuda que Spooky, mi gato gris este estirado sobre el piso y derramado.

Pasando por encima de él, busque la escoba que alguien dejo apoyada contra el muro. Claro, ellos podían sacar la escoba, sin embargo en realidad nunca se molestaban en barrer. Esto no me sorprende. Toda mi familia es perezosa, excepto mi madre. Ella se ejercita y limpia todo el tiempo. Acostumbraba a preguntarles porque hacia tanto, pero la única cosa que tenía como respuesta era una leve sonrisa y un encogimiento de hombros de sus huesudos y diminutos hombros.

Suspirando, empecé a barrer el piso, evitando al gato todo el tiempo hasta que necesitaba por completo que el estúpido felino se moviera. Cuando use la escoba para intentar y alejarlo, el animal sujeto mi pie descalzo. La sangre fluyo casi instantáneamente. Musitando una maldición por lo bajo, pateé al gato. Salió volando al otro lado de la habitación y golpeó el muro con un golpe sordo.

Sonreí con desdén.

Mientras ordenaba la sala de estar, deje que la televisión sonara de fondo. Siempre necesitaba algún sonido de fondo; si había televisión o música. La verdad, Criminal Minds sonaba de fondo. Entre el sonido de los disparos y la disposición de mi hermano para cantar Estrellita ¿dónde estar?, había un puñado de ruido que mantenía mi mente ocupada.

— ¿Eres gorda?

Mi cabeza se giro a la televisión para ver una delgada modelo escuálida en la pantalla. Sus brillantes ojos verdes brillaban debajo de sus largas pestañas oscuras. Su cara era tan hipnotizante y linda. No, linda no es la palabra correcta. Preciosa. Sí, esa era. Ella es preciosa. Perfecta.

— ¿Quieres ser hermosa como yo? Todo lo que necesitas es tomar esta píldora especial llamada…

Fue ahí cuando perdí la concentración. No necesitaba la tentación. Mi auto confianza ya no es la mejor, sin embargo aún tengo alguna. Nunca pensé en mí misma como fea. Claro, sabía que no era la más linda, no obstante eso no quería decir que no era linda. Sólo significaba que había esos quienes era mucho más lindos que yo. Estoy bien con eso. Simplemente no me agradaba cuando mi peso era destacado. Sé qu soy gorda. Realmente nadie tiene que decírmelo.

Tengo un espejo.

—Quizá deberías comprar algunas muestras para ti. —Dice mamá detrás de mí.

Volteándome, veo la mirada en su rostro. En sus manos ella sujeta un plato y una toalla. ¿Por qué siquiera ella dijo eso? — Sabes podrías deshacerte de tu peso excesivo. Lo que digo eso, estás empezando a ponerte un poco redonda mi niña. —Palmea mi estómago con una sonrisa triste y de desaprobación antes de voltearse de nuevo y entrar a la cocina.

La ira y la tristeza crecen dentro de mí. Ella dijo que necesitaba esas píldoras. Todo lo que podía pensar era en ese eslogan. ¿Eres gorda? ¿Quieres ser tan hermosa como yo? ¿Cuándo venían el peso y la belleza entrelazadas? Gorda. Básicamente así me llamaba mi madre. Eso era todo lo que los chicos de mi escuela decían. Es lo que mi doctor decía.

Lo siento Diana, pero necesitas perder peso. Eres simplemente muy pesada.

Terminando con la sala de estar, contuve las lágrimas que se acercaban a mis párpados. Sabía que era gorda, pero ¿soy fea? ¿Soy fea como la que esa mujer sugirió? ¿Esa hermosa mujer?

¿Eres gorda?

Sí, sí lo soy. Eso es lo que me duele más. Según esa hermosa dama soy fea. Según mi madre, necesito perder peso. Según yo, odio mi cuerpo.

Coloque la escoba dentro del armario. Mientras pasaba de largo a Spooky, siseó hacia mí con los dientes apretados. Le tiré una almohada y lo vi mientras se resbalaba detrás del sillón reclinable.

Odiaba mi cuerpo y a ese maldito gato.

© liveoutsidethelines

u.u no puedo creer que la madre de Diana sea tan... ¡hay señora que acaso su cabeza solo tiene aire! en fin yo no puedo quejarme mi madre vale su peso en oro *w* la amo, lo malo es que no me deja comer mucha comida basura :c

¡¡¡SON LAS MEJORES!!!

PD: ¿Alguna sugerencia para que les de un regalo la siguiente semana?

Dedicado a: @icecreamloverCM ¡TE QUIERO MUCHO ROCHI! c:

Diana (Z. M.) | εѕραи̃σlWhere stories live. Discover now