XLI

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Sorpresa.

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Mediante cartas, Edward Bennett le comentaba a su hija que lamentaba mucho no haber asistido a su boda, pero que le deseaba lo mejor. Jane arrugó la carta y la lanzó a la chimenea, habían sido unos meses de mierda para ella, y James, su esposo, pasaba deprimido, en bares o encerrado en su escritorio, Jane creía que la muerte de sus padres le había afectado demasiado. Apenas hablaban, y dormían juntos, pero la pelirroja lo sentía distinto, ya no era el mismo James, el chico de quien se enamoró y alegraba sus días con una broma, se había perdido. Sintió una mano posarse en su hombro, no había necesidad de mirar para saber de quién se trataba.

– ¿Qué haces aquí? –la pelirroja mantenía la mirada en la chimenea.

– Vivo aquí, Jane.

– ¿En serio? Creí que ya vivías en ese bar muggle, ya ni siquiera pasas en casa.

A James se le hizo un nudo en la garganta y comenzó a culparse por todo lo ocurrido, sus padres siempre le plantearon que la muerte sólo era un viaje más, en el que descansabas por toda la eternidad y nunca tendrías un destino fijo, así como la felicidad nunca faltaría. ¿Qué pensarían sus padres, si se enteraran que estaba tirando todo su matrimonio por la borda, comportándose como un reverendo idiota? Sin más, tomó a la pelirroja por la nuca y la besó, ella no se resistió; al contrario, le respondió el beso casi al instante.

– Lo siento, lo siento, me he comportado como un reverendo idiota, quiero remediar lo qu...

Jane esbozó una gran sonrisa y lo interrumpió con un beso, no había nada más que decir. La pelirroja y el azabache concretaron el acto que no realizaban hace ya bastantes días, ambos se extrañaban, de eso no cabía duda.

Noviembre se acabó y, finalmente, diciembre. Diciembre era el mes favorito de la pelirroja, sentía que era como reproducir la misma película una y mil veces, con la misma emoción de la primera vez. Vestía el uniforme de medimaga. Jane Potter ya era conocida por todo San Mungo por su gran desempeño, creía que en cualquier momento la ascenderían. La navidad había pasado y la próxima festividad era año nuevo, por lo que no había mucho movimiento en el trabajo.

Llamó a quien parecía ser un hombre de su misma edad. Era alto, con la piel algo bronceada y una sonrisa que la hacía recordar a la que tenía Sirius en su época de Hogwarts, y aunque Jane no era de juzgar a la gente por su aspecto, no dudó en que él fuera un completo patán.

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧 𝐥𝐨𝐯𝐞 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora