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Amortentia.
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Bostecé y traté de levantarme de la cama, pero una mano estaba aferrada a mi cintura; Remus. Sonreí y besé su frente cubierta por cicatrices provocadas por la luna llena. Oh, Remmie.
- Remus... - No despertó- Remus...-tampoco respondió.
Suspiré resignada y quité la mano por mí misma. Hice lo mismo con todos los chicos; me acerqué a sus camas para despertarlos pero ninguno me hizo caso. Perezosos.
Me convertí en mi forma animaga; una loba blanca, y solté un aullido que hizo que despertaran de inmediato. Nuestra habitación tenía muchos hechizos para silenciarla.
- ¡Ya desperté, ya desperté! -gritó James con las sábanas enredadas en sus piernas, por lo que cayó.
¡Pero eso no hizo que Sirius despertara! El muy hijo de su mamá seguía durmiendo como si nada.
- ¡Sirius, creo que estoy embarazada de Dylan! -lo miré esperando a que reaccionara y este despertó de golpe, tomando su varita.
James, Peter y Remus me miraban con los ojos bien abiertos.
- ¡¿Qué?! -gritaron los cuatro.
- Era broma, idiotas. Soy más pura que el agua -rodeé los ojos y tomé mis cosas para ir a bañarme.
(...)
- ¡Hey, merodeadores! -escuchamos una voz femenina detrás de nosotros, mientras nos dirigíamos al Gran Comedor.
Y era nada menos que Lily Evans.
Curveé una mueca mirándola, ahora es cuando James comenzaba con sus intentos de coqueteo frustrados y Lily lo trataba mal. ¿Acaso este chico no conocía la dignidad?
Esa escena cada vez me disgustaba más y más. Era increíble que siguiera detrás de ella, ¿Qué la hacía tan especial? Su cabello era anaranjado, al igual que el mío. Sus ojos son marrones, los míos verdes. Y claro, miles de chicas tienen las mismas características.
- ¿Qué pasa, pelirroja? -Sirius enarcó una ceja.
- ¿Decidiste decir sí a mis citas? -preguntó un esperanzado James, rodeé los ojos.
- Remus, los prefectos de las otras casas me dijeron que nuestras rondas comenzarían la próxima semana -Remus asintió no muy entusiasmado y Lily se fue, sin despedirse, como siempre.
- La típica excusa de los prefectos para estar cerca de mí -chasqueó la lengua James-¿Por qué no sólo acepta lo enamorada que está de mí y ya?
