XXXII

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Halloween y un corazón roto.

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Era 31 de octubre, 1977. En Hogwarts se celebraba el banquete de Halloween y los merodeadores habían organizado una fiesta de disfraces en la Sala Común de Gryffindor.

– ¡Sirius, cálmate o quedarás calvo! –Jane intentaba acomodar el cabello de Sirius para que se pareciera a John Lennon.– Paul McCartney habría sido más fácil...

– Él no es tan cool –respondió James mientras aplicaba gel en su cabello. Era Elvis Presley.

Dane, no pedo habar dien –se quejó Remus acercándose a su mejor amiga. Jane había aplicado un hechizo temporal para que las paletas de Remus crecieran, como las de Freddie Mercury.  La pelirroja rió a causa de la ternura que irradiaba su amigo y quitó el hechizo.

– Eres el mejor Freddie que he visto, Remmie –le guiñó un ojo y se acercó a Peter. El pequeño de sus amigos tenía problemas con las botas de su disfraz. Entre todos, lo habían ayudado a vestirse de Napoleón Bonaparte.

– ¿Y tú, Jane? ¿De qué te disfrazarás? –preguntó Sirius, colocándose las gafas que habían comprado en Hogsmeade.

– Es una sorpresa, queridos. Si me disculpan, iré con Rose.

Y sin nada más que decir, Jane salió de la habitación dejándolos más confundidos aún. Rose y Sirius eran oficialmente novios. Fue algo completamente extraño ya que cuando hablaron, la rubia se enojó con él, ¿Qué hizo Sirius? Cuando Rose se alejaba le gritó si acaso quería ser su novia, y claro, cómo no, la chica se devolvió corriendo y besó a Sirius.

– ¡Mira, Jane! ¿Verdad que me veo hermosa? –la pequeña Rose se dio una vuelta frente a Jane.– Soy Lilith.

– ¿Lilith? –preguntó una confundida Jane mientras que buscaba su disfraz.

– Fue la primera esposa de Adán, antes que Eva. Obvio. Según una tradición judía, Lilith es esa mujer que precedió a Eva, y que, una vez lejos de Adán, se convirtió en un demonio que rapta a los niños en sus cunas por la noche y una encarnación de la belleza maligna así como la madre del adulterio. Encantador, ¿No?

Jane asintió no muy convencida. No podía negar que su amiga se veía deslumbrante.

– ¿Y tú, pelirroja, de qué te disfrazarás?

– Después de la explicación que me diste, me da hasta vergüenza decir que me disfrazaré de la hada madrina de Cenicienta...

Rose sonrió, sin burlarse de su mejor amiga. Jane se puso el disfraz, se veía completamente deslumbrante; llevaba una linda capa que parecía brillar bajo la luz de la noche. Rose le hizo un lindo moño. Ambas se encontraban muy emocionadas. Por la puerta de la habitación, se dejó ver a Lily y Marlene. La pelirroja Evans llevaba un disfraz de la princesa Leia, mientras que Marlene un atuendo muggle, digno de la época 70s. La enemistad que alguna vez hubo entre ambas pelirrojas, se había esfumado. Jane creía que no valía la pena tener una rivalidad con una chica, menos por un chico. Lo consideraba no muy propio de ella. Las cuatro adolescentes se elogiaron entre sí. Jane no estaba lista aún y, por lo que lograba escuchar, la fiesta ya había comenzado. Luego de muchos intentos e inseguridades, logró bajar.

A la bajada de las escaleras, un Elvis Presley la esperaba con cara embobada.

– ¿Puedo pedir mis deseos? –James tomó a Jane de la mano y la atrajo hacia él, la pelirroja asintió con una sonrisa– deseo que siempre estemos así; juntos y felices.

La pareja se besó con ternura y a la vez, una pizca de pasión y euforia del momento. La sala común estaba completamente transformada, los sillones habían desaparecido, al igual que las pequeñas mesas de centro. En las paredes colgaban velas llenas de telarañas y los típicos adornos de Halloween. Sólo había una mesa alargada en un rincón llena de Whisky de fuego y cervezas de mantequilla. Ah, y golosinas.

A unos metros, una pelirroja miraba con receloso a la pareja. ¿Cómo es que nunca se dio cuenta de sus sentimientos hacia James? Lily sólo esperaba que James dejara su inmadurez de lado, ¡Y claro que el chico maduró! Pero, ¿Ahora de qué servía si Potter estaba con alguien más?

Esa era la gran diferencia entre Jane y Lily. Lily quería a un James maduro, que se enfocara en su futuro y dejara de actuar como un niño inmaduro, mientras que Jane lo quería por el cómo era; le daba igual si era inmaduro, bobo, idiota o lo que fuera, ambos estaban creciendo juntos. Jane hacía de James una mejor persona, sin la necesidad de cambiar su esencia.

La fiesta de Halloween sólo estaba permitida para los alumnos de sexto y séptimo año. Quien no llevara disfraz, sería acusado con Mcgonagall de robar cervezas de mantequilla.

La noche transcurrió increíblemente bien, la música era lo mejor: Jane y James eran los grandes anfitriones, (por ser premios anuales, obvio) y ellos decidían qué musical poner. A regañadientes, reproducían ABBA. A James le encantaba en el fondo, pero debía mantener su imagen de chico cool. Ya era cerca de las 3 am y todos estaban más que borrachos; Rose y Sirius se besaban sobre la mesa como si su vida dependiera de ello. Peter estaba tirado en el suelo, como una tortuga que no podía voltearse de lo borracho que estaba y Remus imitaba a Freddie Mercury, atrayendo la atención femenina. Jane era la más consciente de sus amigos, pero eso no evitó que perdiera de vista a su novio.

– ¿Dónde rayos te habrás metido, James? –hablaba para sí misma. La sala común estaba repleta de adolescentes hormonales y borrachos, se le dificultaba cada vez.

En un rincón de la sala, pudo distinguir el cabello de James. El azabache se encontraba de espaldas. Jane, completamente aliviada de haberlo encontrado, se acercó a él.

De haber sabido lo que se le venía, jamás lo hubiera hecho.

James se besaba con Lily Evans. No era un beso como los que compartía con Jane, era un beso mucho más lujurioso y cadente de sentimientos. El azabache notó la presencia de la pelirroja Benett y se separó de inmediato.

– Jane, yo...

La pelirroja de ojos verdes sentía que su mundo se venía abajo. ¿Cómo James pudo haberle hecho eso? Si seguía enamorado de Lily, ¿Por qué había jugando con ella de esa manera? Jane se sentía triste y a la vez, estúpida. Sus inseguridades siempre le advirtieron que los sentimientos de James hacia Lily no podían desaparecer de un día para otro, pero aún así decidió confiar en él y confesar su amor. ¿Y Lily? ¿Cómo podía caer tan bajo? Aunque claro, Jane tenía claro que Lily Evans no era la culpable. James era quien estaba en una relación con ella y era quien debía respetarla.

























¿Me perdonan? jdksjd:(

¿Qué opinannn?

También subí un capítulo nuevo de Maldición Potter♥️

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧 𝐥𝐨𝐯𝐞 ✓Where stories live. Discover now