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Confesiones y relaciones.
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– ¡Jane, detén eso! –James se tapaba los oídos, la pelirroja había estado toda la mañana escuchando ABBA.
–¡Vamos, Jamie, sólo faltas tú! –La pelirroja bailaba al ritmo de Dancing queen.– Young and sweet, only seventeen...
– ¡Ni siquiera tienes 17 años! Remus, dile algo.
James miró con esperanza a Remus, quien miraba entretenido a la pelirroja.
– No puedes resistirte a ABBA, Cornamenta –Remus le guiño un ojo y tomó las manos de la pelirroja, bailando junto a ella.
– Ooh, see that girl, watch that scene, digging the dancing queen...
James se sentó en la cama con una almohada tapando sus oídos. Sirius se levantó y reprodujo You like me too much, The Beatles. Jane chilló emocionada y comenzó a danzar la melodía. Si bien la canción trataba sobre una relación tóxica, según el criterio de la pelirroja, amaba la melodía, amaba la letra, amaba absolutamente todo. James quitó la almohada y miró a la pelirroja bailar con sus amigos, sólo faltaba él. El chico azabache miraba a la pelirroja como una obra de arte, Jane Bennett era la mona lisa de James Potter. Su cabello pelirrojo, revuelto y su rostro agitado, James no podía imaginar alguien más perfecta que Jane. ¿Cómo es que no se dio cuenta antes de sus sentimientos hacia ella? Sirius captó la atención que obtenía la pelirroja por parte de James y sin decir nada, le extendió la mano.
– ¡Levántate, Cornamenta! ¿Qué es de un Paul McCartney sin su John Lennon?
James le guiñó un ojo a Sirius, tomó la chaqueta de cuero, (obsequio de Jane, claro) y se levantó para cantar junto a Sirius. Remus prefería a Queen, pero ¿Quién podía culparlo? Jane era como su hermana y si ella era feliz disfrutando a The Beatles, él también lo era.
– ¿Y quién soy yo? ¿Yoko Ono? –Preguntó Jane con un fingido enojo.
– Creo que Lily vendría siendo Yoko Ono –Respondió Peter.
– Liz, tú podrías ser mi Mary Austin –Remus pasó un brazo por los hombros de su mejor amiga. Liz recargó su cabeza en el chico.
– ¿Insinúas que eres gay, Lunático? –Sirius alzó una ceja. cruzándose de brazos. Las mejillas de Remus tomaron un color carmesí.
