Aprendiendo a fluir

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Hasta alcanzar el límite de
la capacidad de crear escuchando
en mi mente y corazón las palabras
adecuadas para colocar como
piezas de ese puzzle llamado poema.

Leyendo a Eminescu -que era un genio-
y afirmó que uno solo podía escribir
hasta cierto punto hasta que el corazón
se le cerrará y las letras dejarán de
fluir. Se me ocurrió intentar.

¿Será extenso, será breve?
¿Qué dicen de nosotros las
letras que dejamos sueltas?
¿Y las que no?
¿Que letras, que silencios, se
guardó Eminescu?

Pondré de fondo un ritmo
para mejorar las posibilidades
de durar más tiempo en esta
cama donde los orgasmos son
el movimiento de un lápiz.

Ahí la siento llegar. Es magia.
El otro nombre de la inspiración.
Adentro como un espacio de masa
tiempo y energía. Se comprime.
Estalla finalmente en un acto de creación.

Sobre un beat improvisando
siguiendo la melodía
esta es otra forma de poesía.
Ideal para madrugadas frías,
salas vacías, ajeno a la jauría
que desde afuera te devora.

La más magnífica de las
locomotoras de la modernidad,
se llama "ahora", ni un súper hombre
la puede parar. ¡Va a impactar!
Suena "crash" como un ciclo
que se repite.

Ritmo, todo a su manera es ritmo.
Escucha la respiración, los latidos
del corazón y los órganos y la vida
y la existencia misma es ritmo, lo es
la muerte, la nada incluso es ritmo
el fluir.

Sol de Mayo que caes en el ocaso.
Verano moribundo, invierno que
no llegas. No te engañes ahora solo
existen dos estaciones -Nada más-.
En una vuelan libres hadas y mariposas
y en la otra campan duendes y fantasmas.

Y se va. La inspiración se va. Se aleja.
Podría rellenar (lo estoy haciendo ahora)
pero a ti no te gusta ¿verdad? Tampoco a mí.
Por eso me despido ahora que puedo.
Lo intenté. No se si lo logre. No se ni que buscaba
pero en todo caso como dicen los rumanos,
"que Eminescu nos juzgue".

Poesías de la cuarentena ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora