OO9 ; minho.

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Quizá el llegar a la casa de Minho pensando que harían los trabajos pendientes del instituto, fue muy ingenuo de su parte. Si bien el peliazul era muy inteligente y capaz, la mayor parte del tiempo solía ser un vago cuando se trataba del estudio. Y hoy era la mayor la parte del tiempo.

Sus labios parecían no tener pensado pronunciar otra palabra que no fuera SooJin, su mente al parecer sólo tenía grabado el nombre de aquella chica. La palabra estudiar no tiene pensado pasar por la mente de Minho, ni ser pronunciado por sus labios.

──¿Viste esas piernas, Lix? Dios mío, quisiera poder recorrerlas con mi...

──No necesito oír más, cállate ──dijo con fastidio, no necesitaba escuchar sobre los deseos de Minho──. No es necesario que me cuentes todo lo que quisieras hacer con SooJin. Además, yo vine aquí para ayudarte en la tarea y no a oír esas cosas.

──Está bien, me callaré. ──rodó los ojos luego de ser mandado a callar.

──Muy bien, ahora debemos trabajar.

El peliazul lloriqueó falsamente.── ¿Debemos?

──Sí. Pero no te quejes, aprendes rápido.

El fin de semana pasó volando y hoy se encontraba nuevamente de pie bajo el techo del instituto

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El fin de semana pasó volando y hoy se encontraba nuevamente de pie bajo el techo del instituto. Todo era normal, los alumnos charlaban con los demás en el patio en espera de que la campana sonara.

Cierto castaño de mejillas abultadas bostezó mientras cruzaba el pasillo que llevaba al patio. No durmió muy bien a causa de los extraños sonidos que estuvo haciendo su hermana junto a su novio, dentro del cuatro de la primera. No es como si fuera lo suficientemente inocente para no suponer qué es lo que estuvieron haciendo anoche, pero su hermana mayor aún le veía como un pequeño niño inocente que debía proteger de todo.

Fue una lastima que ella no hubiese tenido en cuenta que las paredes de su casa eran ridículamente delgadas. Sus pobres oídos tuvieron que pagar oyendo todos y cada uno de los vulgares gemidos.

Se asqueó al volver a pensar en ello, por lo que optó dejar de lado eso y no pensarlo más.

Examinó a su alrededor al hallarse en el patio. HyunJin y SooJin estaban sentados charlando en una de las tantas bancas, él se aproximó a ellos y los saludó con un amable buenos días.

──Buenos días, chicos, ¿cómo están?

──Bien ¿y tú? ──interrogó la fémina con su característica sonrisa y voz suave.

──Bien, aunque con algo de sueño.

──¿Por qué, Sungie? ──en su voz se notó algo de preocupación y eso le dio ternura a JiSung.

──Ruidos ──contestó──, sólo ruidos. ¿Tú estás bien, Hyunjin?

──Sí, lo estoy ──respondió con simpleza el azabache y simultáneamente sonríe con suavidad.

El castaño le sonrió de regreso y se sentó entre los primos. El trío quedó en silencio por unos momentos, hasta que la pelinegra vio a Felix aparecer por las puertas que daban paso al gran patio y le anunció a Hyunjin.

──¡Felix llegó, Jinnie!

Una vez aquella frase ingresó por sus oídos y su cerebro lo procesó, sus ojos buscaron al pecoso dueño de sus suspiros. Lee estaba caminando con tranquilidad en compañía de un pelinegro con rizos, que pudo identificar como Bang Chan.

Sonrió automáticamente como un completo idiota, no pudo evitarlo. A pesar de no conocer a Felix, sintió como si estuvieran destinados a estár juntos, y quizá era estúpido pensarlo porque, bueno, apenas cruzaron unas cuantas palabras; no obstante, ese sentimiento no se desvanecía de su ser y le resultaba un tanto raro tomando en cuenta lo anteriormente dicho.

──¿Vamos con él o vas tú solo? ──preguntó Soojin.

──Está con su amigo, no quiero molestarlo.

──¿Entonces lo invitamos a comer con nosotros en el receso?

──Sería buena idea. ──contestó.

──Bien, entonces eso haremos.

──Chicos ──habló Jisung──, ¿y si mejor invitamos a los demás también?, osea, me refiero a sus amigos.

──Oh, no lo había pensado, Sungie, sería bueno tener una charla con ellos y hacer una amistad, se ven agradables. ¿Tú qué opinas, Jinnie?

──Sí, sí, estaría bien también. Ellos parecen ser amistosos. ──con una sonrisa asintió a la propuesta de su mejor amigo.

Han sonrió, orgulloso de lograr exitosamente su cometido. Lo único que anhelaba lograr con la invitación, era poder cruzar unas palabras con Minho, la persona que le atraía desde hace unos meses.

Casi inconscientemente llevó su mirada hasta la puerta de entrada, esperando a que el peliazul cruzara por ella. Tal y como si hubiese pedido un deseo, el chico cruzó las puertas y él sonrió como un completo imbécil.

Seguro se veía como un estúpido de esa manera, pero no tenía de qué avergonzarse porque no era el único.

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Tímido ─── lixjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora