27. Estado Mental

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Advertencia: muchos sentimientos... A nuestra manera

También recomendamos leer el capítulo anterior para refrescar la memoria ;)






Osaka, Japón






Momo sube la cabeza para mirar la hora en el monitor más alto. Son casi las tres de la mañana e increíblemente no siente un ápice de cansancio llevar casi ocho horas encerrada allí.

La oscuridad de la habitación no ayuda mucho y menos los únicos halos de luz azul viniendo de su portátil y del otro computador que definitivamente no debería estar fisgoneando.

Suspira llevándose consigo varios mechones de su cabello sintiéndolos grasosos y resbaladizos entre sus dedos cuando entierra la cabeza en sus manos por enésima vez.

Algo no encaja.

Sabía de sobra que no existía servidor en el mundo que fuera una mierda inquebrantable, pero este en especial si estaba a nada de serlo.

Desde la traición de Wooseok, Yuta se había encargado de dividir cada área contable con un servidor que se sobrescribía solo cada tiempo. Eso y que tenía ojos en todo lado. Incluso tenía conocimiento de ayuda externa que monitoreaba todo lo que entraba y salía de este lugar. Momo había ayudado a hacer el esquema junto a un par de ingenieros de una importante compañía que trabaja en la seguridad Informática de la bolsa de Tokio y aunque fueron obligados y amenazados a colaborar con la organización, hicieron un trabajo brillante.

Las cuentas de las distintas propiedades de los Yakuza estaban almacenadas en servidores extranjeros, generalmente todas las sedes respondían a esa instrucción por seguridad. Cada familia tenía su propia red donde se hacían las transacciones más cercanas y la familia Nakamoto no era la excepción, ellos contaban con decenas de redes distribuidas en Japón para poder hacer fluir su dinero libremente y acceder a él sin complicaciones.

Pero la instrucción interna era que todo lo proveniente de activos de casinos y discotecas no entraba a esas redes debido a la cantidad que producía incluso a diario era mejor llevarla al extranjero a la cuenta madre de la mafia. Sin embargo, Yuta había ordenado que ese casino en especial si entraba a la red local.

La verdad seguía sin entenderlo, al principio no refutó por lo que el casino era muy nuevo y muy pequeño comparado a los demás y quizá por eso se quería monitorear desde cerca.

Pero el lugar empezó a facturar cantidades increíbles y Yuta seguía manteniéndolo en la red de ellos.

O tenía otro plan o estaba lo suficientemente distraído para prestarle atención.

Al decantarse por la última, Momo también le restó importancia y sentada ahí mismo con una libreta llena de garabatos y números que empezaba a perder significado se preguntó cómo había permitido ese robo y como su equipo entero tampoco tenía la más remota idea de cómo había sucedido.

Ella no era una principiante, ella no trabajaba con principiantes. Yuta no tenía todo el maldito dinero de todo su maldito árbol genealógico en manos de un par de principiantes.

En los últimos días ya se habría memorizado un puñado de comandos que lograrán mostrarle el código fuente, pero nada lo revertía porque era jodidamente impenetrable incluso para una de las personas que lo escribió.

Cansada y con algo de rabia empezando a burbujear su estómago, baja la mirada al libro de ingeniería inversa que algún loco frito de la cabeza le habría regalado poco antes de llegar a Osaka, en una de esas cuevas clandestinas donde otro puñado de gente a punto de perder un tornillo hackeaban bases de datos e incluso credenciales bancarias para pagar la renta y comer decente, y donde pronto Momo iba a formarse y posteriormente hacer que los Nakamoto pusieran un ojo en ella.

ENDGAME [YUWIN]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora