9- El comienzo

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Osaka, Japón.








Sicheng está harto.

Lleva al rededor de tres días encerrado en esa maldita habitación, aguantando los acosos del loco de Nakamoto Yuta y las amenazas diarias de Yuto, además del jodido dolor en sus brazos por tenerlos amarrados en la cabecera de la cama a la cuál había sido trasladado. Según, para evitar que escapara o hiciera algo. Ni que pudiera hacer algo estando bajo el techo de la maldita mafia japonesa, cualquier pasó en falso y termina como un colador humano.

La única persona medianamente decente que ingresaba a esa habitación es la encargada de curarlo —Sana, según recuerda Sicheng— ella es amable con él en todo momento, su voz suave y tierna le recuerda a su cuñado Jungwoo.

El solo pensar en Jungwoo hace que Sicheng recuerde a su hermano y lo lunático que debe estar con su desaparición, si llega a salir vivo de ésta, está seguro que Yukhei le va a poner rastreadores hasta en las bolas para asegurarse de saber en donde está a cada minuto y segundo de su vida.

El sonido de la puerta abriéndose saca a Sicheng se sus pensamientos, dirige su mirada hacia la misma donde se encuentra a la figura de Yuta, el cual como siempre tiene una sonrisa burlona en sus labios, sus infaltables botas militares, junto unos jeans negros algo ajustados y rasgados, además de vestir una camisa gris y una chaqueta azul oscuro que hace lucir sus hombros aún más anchos. Sicheng no puede mentir, el hombre es jodidamente caliente.

Yuta se acerca a la cama en dónde se encuentra Sicheng recostado, el sonido de las botas avanzado sobre el suelo de madera hacen eco por toda la habitación y cuando está a menos de un metro del borde de la cama, su mano derecha viaja hacia el interior de su chaqueta en un decidido y rápido movimiento.

La respiración del chino se corta de repente cuando Yuta extrae del interior una pistola negra y lo apunta con ella duramente.

—Hasta que al fin te decidiste, Nakamoto— Es lo único que dice Sicheng. Su voz no tiembla, pero ante la posibilidad de morir en ese instante, claro que tiene miedo. Sin embargo,  demostrarle eso al japonés, claramente no esta entre sus últimas opciones.

—Me encanta mi Ningyō valiente— Dice sonriendo mientras se acerca aún más a la cama, en ningún momento deja de apuntar a Sicheng con el arma. Y aunque su mirada es dura, hay algo extraño en ella. —¿Qué tal si jugamos a algo muy divertido? ¿Mhm?— Yuta apoya una rodilla sobre el colchón, su cuerpo acercándose al de Sicheng a medida que pronuncia las palabras.

Yuta se sigue acercando hasta que sus pechos se rozan, el rostro del japonés quedando a milímetros del de Sicheng causando que sus respiraciones se mezclen, haciendo del ambiente mucho más tenso, mucho más caliente.

Sicheng siente como su pulso se acelera. El sonido del latir de su corazón retumbando en el pecho por la ansiedad del momento es confuso. Una sonrisa de lado aparece estirándose en los labios de Yuta al notar como la respiración del contrario se vuelve más pesada.

Su mirada viaja hacia los abultados labios de Sicheng, los cuales han ido recuperando su color rosáceo, Sicheng al notar la mirada del otro saca la lengua y relame su labio inferior.

Si van a jugar, que sean los dos.

El qué, no sabe. Pero le fascina la simple idea.

Yuta observa como la húmeda lengua de Sicheng pasea por sus propios labios, un gruñido bajo sale de su boca cuando Sicheng termina de lamer su labio inferior y este queda mojado y brillante.

Sus labios lucen listos para ser devorados.

Yuta se siente apretar en sus pantalones por los diferentes escenarios que pasan por su cabeza al imaginar esos labios haciendo maravillas con su polla.

ENDGAME [YUWIN]Where stories live. Discover now