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《Dos almas encadenadas a amarse para siempre, Un omega de genoma puro, un alfa original pura sangre. El pasado les persigue, más su amor y esperanzas son más fuertes...
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Días después.
Jimin se levantó corriendo nuevamente al baño, era la tercera vez que vomitaba en la madrugada.
Yoongi bostezo y se levantó lentamente de la cama, su cuerpo aún dolía, para su desgracia los golpes de aquel tipo realmente dejan mella en su cuerpo.
Se encaminó al baño donde vio a Jimin literalmente vomitar nada, Yoongi realmente comenzaba a preocuparse del estado de Jimin.
“Iremos al hospital cuando sea de día” dijo Yoongi, acariciándo la espalda del Omega.
Jimin mordio su labio inferior, las lágrimas al borde de salir por el esfuerzo de vomitar, sabía que no podía seguir postergando lo inevitable.
Asintió lentamente y se puso de pie, bajo la palanca del inodoro y Yoongi le tendió un vaso con agua y una toalla.
“Gracias” respondió Jimin, devolviéndole el vaso vacío y ocupando la toalla para secar su boca húmeda.
Yoongi sonrió y luego suspiro.
“Vamos, hay que dormir, más tarde cuando desayunemos iremos al hospital, ya que el médico de la manada ha salido” dijo Yoongi.
Jimin no dijo nada, sólo se dejó guiar por Yoongi nuevamente a la cama.
Se sentía tan cansado, y su lobo no decía nada, es como si nuevamente estuviera reacio a hablar con él o darle alguna señal de si aún estaban enlazados.
Yoongi los acobijó y atrajo a Jimin más cerca, dejo un efímero beso en su cabeza y luego cerro sus ojos, esperando poder dormir porque sinceramente estaba cansado.
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Hoseok se removió buscando el calor corporal de su pareja y sonrió entre sueños al sentir como era apretado fuertemente.
Sungyo soltó un suspiro, realmente estaba cómodo así, se sentía tranquilo, entonces aunque intente dormir no puede, aún llegan vestigios de la plática que sostuvo con su omega esa noche.
Hoseok no había dicho mucho, sólo que estaba de cierta forma algo herido por lo que le hizo a Jimin y la manada de Busan.
Era la primera vez que lloraba desde la muerte de su Omega hace cien años, jamás había vuelto a llorar, pero esa noche se había quebrado tanto que ver el dolor en los ojos de Hoseok lo había roto tanto.
