Destinados 08

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Una semana se pasa volando, ni que hablar de un mes. El mes de mayo se había pasado tan rápido que los dos Ømegas en la cabaña apenas y se percataron de ese hecho.

Jimin por más que salía todas las tardes hacia su lugar secreto, no pudo nunca encontrar a su lobito, y siempre regresaba decaído y con las orejas gachas y las cola entre las patas con el aroma distintivo de la tristeza.

Y como siempre, taehyung estaba ahí, esperándolo con una manta, un abrazo, chocolatada caliente y mimos. Muchos de ellos.

Ambos se amaban, eran familia, jimin amaba a taehyung y Taetae --como le apodaba siempre-- lo amaba a él.

Ese día era diferente, sobre la cabaña estaba posado un hermoso arcoiris. Y taehyung había salido temprano hacia el centro de Daegu, hacia la editorial de la ciudad. Ya que taehyung debía entregar el manuscrito de su nuevo libro, él fácilmente podía enviarlo por E-mail, pero su primo era un perfeccionista, y aparte jimin presentía como que había otra razón de por medio.

Así que cogió su sweater celeste esponjonsito, que le dejaba siempre ver como un omega de quince aunque ya tuviera veintiséis años. Amaba ese sweater, según la matriarca de la manada en la que el creció esa prenda se la había "heredado" su "madre" cuando ella no pudo seguir más en este mundo. Jimin nunca conoció a su madre, ni tampoco a su padre; el se crió con la matriarca de la manada y ella fue su nana siempre. La matriarca era su única familia aparte de su adorado primo taehyung, aunque este no era de la manada de busan, se paso gran parte de su niñez en busan junto a jimin, haciéndole siempre compañía.

A jimin nadie nunca respondía sus preguntas de curiosidad, nadie nunca le contó la verdad sobre su nacimiento, nadie nunca le considero como alguien más de la manada.

Jimin no era tonto, el veía las miradas desaprobatorias sobre él, sobre su unión con el Alpha, la ceremonia de compromiso que realizaron fue tan precipitada que simplemente jimin nunca entendio el por qué, pero no podia rebatir nada, después de todo él se había enamorado de suwoon, su único y mejor amigo en esa manada.

Salió de la cabaña y le dio un último vistazo antes de adentrarse en el bosque.

Frotó sus brazos, a pesar de que su sweater era tibio el frío traspasaba su adorado sweater. El vaho expelía de su boca a cada paso que se adentraba en el bosque.

Sonrió cuando divisó a lo lejos su lugar secreto, el arcoiris seguía dividiéndose en lo alto, y su reflejo en el lago. Una imagen mágica, digna de una obra de arte o de un cuento de hadas.

Su corazón estaba acelerado, no sabía la razón, había amanecido con un extraño presentimiento ese día.

Aparte de que, también extrañaba a su lobito, había sido un mes demasiado largo sin verlo, y su Omega estaba triste.

El viento soplo hacia su rostro, frío, gélido pero no fuerte, sólo una leve brisa que revolvió sus cabellos, despeinandolos totalmente.

Yoongi estaba cerca, observando cada movimiento del omega. No había cambiado a su forma lobuna.

Hace un mes que no veía el tierno rostro de su destino, la reunión que había tenido en HongKong se había extendido más de lo deseado. Y recién había regresado a daegu hace tan sólo doce horas.

Y lo primero que su corazón e instinto le gritaron al bajar de aquel avión fue ver a su Omega, su destino, su mundo.

Observando quedamente sin hacer algún tipo ruido, admiro como jimin se paseaba por la caminito que iba directamente al lago, sobando sus brazos abrazándose así mismo.

Yoongi quizo ir corriendo y cogerlo en un abrazo, transmitirle su calor corporal, besarlo, llenarlo de cariño y amor, Dios. Él realmente estaba deseoso de tener a Jimin en sus brazos.

Destinados ; ©Yoonmin Where stories live. Discover now